Capítulo Extra

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ARWEN

—Hija...—hablo mi padre a mis espaldas. —. Las naves partirán a Valinor. Ve ahora antes de que sea demasiado tarde.

—Ya tomé mi decisión—respondí firme. El se acercó a mi, tranquilamente, pero podía ver la fristación en su rostro.

—Aragorn no volverá. ¿Por qué quedarte aquí si la esperanza ya se fue?

—Si está, padre.

—Si Aragorn sobrevive a esta guerra aún tendrán que separarse. —dijo mientras comenzaba a caminar. El dolor en mi pecho ante esa idea era muy fuerte. —. Si Sauron es vencido, Aragorn se convierte en rey y todas tus esperanzas se cumplen, tendrás que probar la amargura de la mortalidad. Ya sea por la espada o la lenta acción del tiempo, Aragorn morirá. —mi mente comenzó a maquinar eso y el dolor se hizo más fuerte. —. No habrá consuelo para ti. No habrá consuelo para aliviar el dolor de su muerte. Entonces se transformará en una imagen de resplandor de los reyes en la gloria en altesido desde le origen del mundo. Pero tú, hija mía, seguirás viva. En la oscuridad y en la duda. Como una noche invernal que llega inadvertidamente. Aquí vivirás, atada a tu dolor, bajo los marchitos arboles. Hasta que todo el mundo cambie y los largos años de tu vida se hayan consumido.

Las lágrimas estabran presentes en mi rostro. Eran como un riachuelo mientras yo miraba a mi padre.

—Arwen...aquí no hay nada para ti, solo dolor. dijo al voltearse había mi. Poco a poco se acercó y acarició mi rostro. —¿ A im, ú-'erin veleth lîn? (¿Tengo tu cariño al menos)

—Gerich veleth nîn, ada.(tienes mi cariño, padre)—respondí con la voz cortada por la pena tirandome a sus brazos.

Cuando la noche cayó el viaje a Valinor comenzó. Y mientras yo me iba, montada en mi caballo, voltee hacia atrás y le dirigí una última mirada, una última sonrisa a mi padre.

Al día siguiente, con la luz del día que cruzaba entre los árboles, noté como un niño cruzaba corriendo el lugar hasta llegar a los brazos de su Aragón, su padre, quien lo cargo y juntos ríen. Y entonces, cuando me mira directo a mis ojos con esa radiante sonrisa, noto que de su cuello cuelga mi collar.

Sonrío con tristeza al ver esa visión, las lágrimas inundando mis ojos al recordar las palabras de mi padre.

—Mi señora Arwen, no se retrase —pide un elfo delante de mi, pues me había quedado atrás. Sin importar nada, sin importar lo que mi padre me haya dicho, volteo el caballo y corro en dirección a Rivendel.¡Mi señora!

Al llegar veo a mi padre en el patio. Bajo de mi caballo, enojada.

—¿Dime que has visto? —le exijo saber.

—Arwen. —dice, intentando calmarme y a la vez preocupado.

—Tienes el don de la premonición. ¿Qué has visto?

— He escudriñado tu futuro y en el hay muerte.

—Pero también hay vida. ¡Has visto que había un niño! ¡Has visto a mi hijo! —le reproche, furiosa.

—El futuro se está agotando.

—Pero aún queda algo. —insistí.

—Nada es seguro. —dice sentándose, cansado. Yo me agaché a su lago.

— Hay varias cosas que son seguras. —le dije acariciando su rostro. Si le abandono ahora, me arrepentiré eternamente. Es la hora. —me miro sorprendido, pero aún así se realizó.

De las cenizas despertará el fuego.

La luz brotará de la sombra.

Forjada será de nuevo la espada de sus pedazos.

El destronado retornará para ser rey.

—Forja la espada de nuevo. Ada

—Tienes las manos frías. — dijo mi padre una vez llego a mi lado por la caída de un libro. —.La vida de los Eldar te abandona...

—Fue mi elección. Ada, con o sin tu consentimiento, no habrá barco capaz de alejarme de aquí. — le dije. Él me miró con lágrimas en sus ojos, pero me entendió. Igualmente ya no había vuelta atrás.

Con el pasar del tiempo la espada estuvo lista y mi padre partió a dejársela a su dueño.

PRIMERA EDCIÓN: 2020

SEGUNDA EDICIÓN: 24/05/2023

Una Elfa En La Historia //ESDLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora