...

Incluso Tony estaba sorprendido por la devastación que había causado.

El mercenario se paró en medio de una pila de mafiosos muertos. Los cuerpos de los soldados caían y caían por el suelo ensangrentado, con los ojos muy abiertos al ver a Tony y sus manos goteando. La mafia había desatado docenas de infantería, pero ninguno de ellos era experto en peleas cuerpo a cuerpo.

Tony había neutralizado a los soldados limpiando la zona de combate con pólvora liquida, cualquiera que disparase encendería un infierno que los consumiría a todos. Estaba en su territorio, literalmente atravesaba las filas enemigas con facilidad, y los mafiosos, famosos por su buena puntería, eran inútiles sin sus armas.

Fue como dispararle a un pez en un barril, a un pez ciego, a un pez ciego en coma.

─ ¡Vamos, no tengo todo el día! – Tony hizo un gesto a los soldados restantes, que avanzaban con incertidumbre. Cada paso producía un ruido sordo que resonaba a través del almacén.

La pólvora significaba que Tony tampoco podía usar su espada. El choque del metal contra metal podría provocar una conflagración. Pero era lo suficientemente fuerte como para arrancarles las extremidades a sus oponentes, o hundir su puño en el estómago de un enemigo y arrancarles la columna vertebral.

Tony pensó que eso era algo desagradable.

─ ¡Dije vamos! – Dijo Tony, lanzando su gruñido más teatral – Si no pueden oírme, ¿Tal vez debería de ir yo? – Dio un paso adelante, provocando que los soldados retrocedieran varios pasos.

Una ola de verdad baño a los Gánsters. Nunca podrían enfrentarse a él sin armas, sin importar cuántos de ellos lo acometieran a la vez.

Finalmente, alguien en la parte de atrás rompió filas y huyó. Fue el detonante. En unos instantes, los mafiosos se alejaban del mercenario.

─ Apenas vale la pena el esfuerzo – Tony suspiró. Casualmente empujó a uno de los soldados en retirada, que cayó al suelo en pánico. Los hombres restantes se lanzaron hacia la puerta como un banco de peces evitando un depredador.

Tony había estado esperando esto.

─ ¡Argh!

Los tres hombres al frente de la manada que huían gritaron al unísono, mirando con asombro como sus intestinos se deslizaban de sus vientres y caían al suelo. Un hombre vendado con una espada húmeda había cortado al trio cuando pasaban por el umbral.

Los mafiosos de la parte trasera del rebaño no se habían dado cuenta de que estaban atrapados y continuaron empujando a sus compañeros en el frente, pero el esfuerzo simplemente arrojó a más soldados al camino de la espada de Gilver. Los supervivientes lentamente se dieron cuenta.

Tony y Gilver habían acorralado a los soldados en un movimiento de pinza, el guerrero de cabello plateado golpeando desde atrás y Gilver cortando desde el frente.

El hombre vendado balanceó su katana ligeramente, cortando cuatro cabezas de un solo golpe. Gilver atravesó a las víctimas como si estuvieran hechas de papel mojado, avanzando hacia el almacén. En poco tiempo, el último mafioso murió.

Gilver tejió un rastro de huellas sangrientas mientras se acercaba a Tony, había seguido usando su arma dentro del almacén a pesar dela trampa de pólvora de Tony, seguro de que podría evitar provocar un incendio.

─ ¿Los acabaste a todos? – Tony preguntó. No se molestó en ocultar el asco en su rostro.

─ Ese era el trabajo – Gilver limpió la sangre de su espada con la serenidad desprendida de un psicópata. – Vinieron aquí, así que tuve que matarlos.

Pero Tony no estaba escuchando. Miró fijamente la reluciente carnicería a su alrededor, pero sus pensamientos estaban en otra parte.

...

─ ¿Escuchaste?

─ Si, cincuenta personas. ¡Y solo una espada! Fue una masacre.

─ Ya era hora de que un verdadero mercenario venga aquí para mostrarle a algunos de estos tipos cómo se hace.

Los clientes de los bares del bajo mundo rara vez dejaban de hablar sobre Gilver, pero la masacre de los mafiosos ya se estaba convirtiendo en una leyenda. El enigmático vendado ya había generado una reputación de aceptar cualquier trabajo que se le presentara. Su índice de muertes no tenía paralelo, y para empezar, solo estaba armado con una espada.

─ Así era en los viejos tiempos.

─ Antes de que Tony nos influenciara a todos. "Matar innecesariamente no es genial" ¿Quién se creía que era, nuestro hermano mayor?

La reputación de vertiginosa de Gilver fue en gran parte una reacción a Tony, que había revolucionado el bajo mundo independiente al popularizar la misericordia. Su éxito había avergonzado a quienes disfrutaban de la violencia y muerte, pero nadie tenía la confianza suficiente para enfrentarse a él.

Los mercenarios se habían llevado a Gilver de inmediato, alegres por un regreso a los días de destrucción sin sentido. El misterioso recién llegado, asesinaba sin tener en cuenta los tabúes o la moderación, lo que inspiró a ciertos asesinos profesionales que consideraban su trabajo más como un pasatiempo.

─ Debe de ser duro, Tony. Gilver no solo está deslizando su negocio, sino que se está convirtiendo en uno de esos tipos que odias. – Enzo le entregó a Tony una cerveza fresca.

Para variar los dos hombres estaban agachados en uno de las mesas de Bobby.

─ Déjame decirte esto – Continuó Enzo, ignorando la cara hosca de Tony – El hecho de que ya no seas el mejor perro, no significa que no puedas beber.

Tony tomó la cerveza con tristeza, en lugar de su típico helado de fresa o ginebra, había pedido una bebida dorada hecha de lúpulo barato y podrido. Era la bebida favorita de Grue.

Extrañaba a su viejo compañero.

─ Si lo hubiera visto venir, tal vez habría cambiado los campos junto con Grue. – Murmuró Tony.

Enzo arrojó un pulpo marinado en su amplia boca y habló mientras masticaba.

─ ¿Grue, eh? He escuchado rumores sobre él recientemente. Al parecer, su hija mayor fue hospitalizada. El tratamiento fue tan escandalosamente caro que ha estado haciendo un trabajo feo para pagar la cuenta.

Tony giró la cabeza para mirar al agente.

─ ¿Jessica? ¿Qué le ha pasado?

─ No tengo ni idea, pero tampoco los médicos, por lo que escuché, parece estar alucinando con demonios o algo así... ¿Tony? ¿¡Hey Tony!?

Tony había estallado ante la mención de demonios, pateando su taburete, su rostro se había torcido en una máscara de furia.

─ ¡Hey, Tony! Cálmate, hombre. No te preocupes tanto.

─ ¿En dónde está? ¿A qué hospital se la llevaron?

─ ¿Qué importa? No hay nada que puedas hacer de to... – El brazo de Tony levantó a Enzo en el aire.

─ Solo dime Enzo, estoy perdiendo la paciencia.

─ ¡Bien, bien! ¡Te diré! ¡Bájame ya!

Devil May Cry Vol.1Where stories live. Discover now