Las Flores de la Muerte II

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—¡Ustedes, ¿Qué le hicieron a Girasol? Respondan!. — Gritó Orquídea.

—La eliminamos, así cómo lo haremos con ustedes.— Respondió Alan.


Mientras tanto...


Lilith estaba dentro de la cueva, en dónde su amado había permanecido escondido durante tanto tiempo.

—Mmmmm... Aún siento la energía de mi amado. Quizás con el cristal oscuro, pueda traerlo de vuelta y liberarlo de la dimensión del silencio. Pero antes, debo hacer algo más. — La mujer, puso las manos en la tierra y recitó un hechizo para poder ver el pasado y todo lo que sucedió.

En sus visiones, logró ver a su amado demonio, dentro de la cueva junto a sus sirvientas. La pelea entre él y el guardián. Y por si fuera poco, descubrió ahí mismo la identidad de todos los guardianes.

—¿Así que esas son las identidades de estos chicos?. Bueno, ahora tengo una carta más a mi favor. — Sonrió maliciosamente.


En otro lado...



Hermanas, vamos a enseñarles a estos principiante, lo que hicimos con los guardianes de otros planetas.— Ordenó Rosa de Oro, y las otras flores, se pusieron en posición de ataque. Mientras que en la otra linea, Alan, Valentino y Dodge esperaban derrotar al enemigo.

—No será tan fácil... ¡Rayo Solar!.— Alan atacó a Rosa, pero esta  esquivó el ataque.

Mientras tanto, Dodge combatía con Tulipán.

—¿Estás listo, guardián de la tierra?.— Cuestionó Tulipán.

—Demasiado ¿Y tu?.—

—Te lo demostraré... ¡Hojas Cortantes!. — Una lluvia de pétalos se desprendió hacía Dodge.

—¡Muro de Piedra!.— Rápidamente se defendió, logrando neutralizar las hojas.


Por otro lado, Valentino combatiría con Orquídea.

—Vamos niño bonito, enseñame lo que puedes hacer o vas a lamentarlo.

—Eres un chica, pero tendré que...

—Que discurso tan horrible para un chico tan guapo... ¡Polen Mortal!.— Orquídea sopló, lanzando unas partículas doradas, directo a Valentino.

—¡Lluvia Purificadora!.— Valentino hizo llover, y todo el polen se mojó, sin cumplir su objetivo.

—¿Te creés muy listo, no?. Veamos que haces contra esto... ¡Bolas de Cactus!.— Orquídea lanzó una enorme bola verde, golpeando en la cara a Valentino.

—Ah...— Valentino cayó al suelo, completamente noqueado.

—Ahora, invocaré un cactus más grande, te aplastaré cómo a una araña.— Sonrió Orquídea.


—¡Valentino!.— Gritó Alan, dispuesto a salvar a su amado.

—¿A dónde creés que vas?.— Rosa de Oro le atajó el paso.

—¡Fuera de mi camino!.— Alan intentó correr pero Tosa seguía sin dejarlo pasar.

—No irás a ningún lado. Estás peleando conmigo. Y si ese chico muere, da igual, ustedes pueden reemplazarlo. — Sonrió la mujer.

—¡Eclipse Solar!.— Alan golpeó con un rayo a Rosa, haciéndola caer, para luego salir corriendo a dónde se encontraba Valentino, a punto de ser aplastado por Orquídea. —¡Rayo Solar!.— Alan atacó a Orquídea, haciéndola caer también. Afortunadamente desapareció el cactus gigante, que casi cae sobre Valentino.


—Ah... ¿Qué pasó?. — Dijo Valentino, recuperando el conocimiento.


—Casi te mata esa loca, eso pasó. — Alan estaba molesto y asustado al mismo tiempo. Temía perder al chico que más amaba.

—¿Por qué estás molesto?.— Preguntó Valentino.


—Casi mueres, ¿Qué esperabas? ¿Que estuviera feliz?.— Reclamó Alan.— Por eso no quería que fueras guardián. Deberías irte a esconder ahora mismo y dejar que Dodge y yo nos hagamos cargo.

—¿Entonces así las cosas? Bueno, si crees que no puedo hacer esto, prefiero que tu y yo terminemos.— Soltó Valentino, y Alan casi enmudece.


—¡No puedes terminar conmigo!.— Exclamó Alan.


—Pues ya lo hice. Y te advierto, seguiré siendo un guardián, lo quieras o no. Si estás molesto con ello, quizás tu deberías dejar de ser un guardián.— Amenazó Valentino.


—Eres un idiota, ni siquiera entiendes porque hago esto. Pero está bien, haz lo que quieras.



Y así, la paz se había roto, no solamente en la tierra.
Alan ahora tenía más problemas, por si salvar el mundo no fuese suficiente.



Continuará...







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