Capitulo 24

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Diamante despertó y se dio cuenta que estaba en la tierra.
Miró hacía todos lados y luego se levantó lentamente.

A su lado, se encontraban el ave fénix y un dragón negro, quienes la había rescatado de caer al suelo.

—Pequeños, gracias por salvarme. Pero me temo, que mi destino sera inevitable y mucho peor que esta pelea.— Dijo con nostalgia, mientras acariciaba al ave. — Tengo que llamar a Dodge y al Guardian. A estas alturas, aquel demonio ya debe tener en su poder el cristal oscuro. El cielo se ha tornado gris y no es por la lluvia. La pelea final está cerca y la tierra lo presiente.




En otro lado...


De pronto, el cielo se abrió y un rayo oscuro impacto el suelo. Mientras tanto, un enorme ser con alas de murciélago, surcaba el cielo y de un golpe, hizo retumbar las nubes y hasta la tierra.


—Ah... ¿Que es eso?.— Se preguntó Alan.— Estoy seguro que tiene que ver con el horrible demonio ese. De todos modos, voy a transformarme... ¡Cristal Universo, Acción!.— Alan salió corriendo en dirección al demonio, quién iba bajando a la tierra, rodeado de un halo oscuro.


En otro lado...



Dodge y Valentino(Ahora convertido en Guardián Zafiro), corrieron al ver aquel signo de maldad que invadía la tierra.


—¡Estoy seguro que ese es el demonio! Puedo sentirlo en la sangre.— Exclamó Dodge.


—¿Eso quiere decir, que ya tengo que pelear?.— Preguntó Valentino.


—Al parecer sí. Solamente puedo decirte que, el cristal zafiro funciona con tu voluntad. Eso quiere de por, que según tus deseos, el cristal te concederá poder. Entre más fuerte sea tu voluntad y deseo por salvar a la tierra o alguien, más poder obtendrás. Recuerda que el agua es tu elemento y puedes usar cualquier poder que te venga a la mente. El mismo cristal te dará las respuestas. ¿Entendido?.


—Si, claro. Te puedo asegurar que no soy un tonto. Haré uso responsable de mis poderes.

—¿Por qué Alan no es cómo tu?.— Se preguntó Dodge murmurando.


—¿Que haz dicho?.— Preguntó Valentino.

—Ah nada... No me hagas caso. Mejor vayamos a reunirnos con Al... Con el guardián quiero decir.— Sonrió nervioso el perro.


—Claro, vamos.— Ambos corrieron hacía el encuentro con el demonio.



En otro lado...

Hecate se encontraba con un pato en sus manos, era nada más y nada menos que Circe.


—Ahora mismo voy a devolverte a la normalidad. Gracias a la oscuridad que pude encontrarte. Seguí los latidos de tu corazón y te encontré... ¡Mutatio!.— Gritó Hecate, y Circe volvió a la normalidad.


—Ah... ¿Que sucedió?. — Preguntó Circe algo desorientada.


—Eso es lo que quiero saber. Al parecer tus propios poderes te convirtieron en un pato.

—Ah, ya recuerdo. El guardián me venció. Soy una débil. — Circe sonrió con tristeza.


De pronto, Hecate la abofeteó.

—¡Eres una tonta! No vuelvas a decir algo así. Tus poderes sin increíbles y yo, jamás había conocido a alguien tan fuerte. Eres la mujer más admirable que conozco y estoy feliz de haberte conocido.— Hecate abrazó a Circe.


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