Las Flores de la Muerte II

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Con la muerte de Girasol, gran parte de la jungla desapareció. La ciudad comenzó a ganar un poco de terreno y Alan lo notó.

Sin embargo, el cambio no solo fue notado por el guardián, si no también por las demás flores.

—¡Chicas, reunanse pronto. He dejado de sentir la energía de Girasol!.— Advirtió Orquídea.

—¡No pudo ser vencida. Ella es muy fuerte!.— Argumentó Rosa de Oro.

—¡En caso de que haya muerto, será vengada!.— Aseguró Tulipán.

Las tres hermanas se reunieron frente a la cueva, e intentaron llamar a Girasol, pero fue inútil, no respondió.
Pero pronto recibieron otro llamado.

—¡¿Ya buscaron el cristal?!.— Cuestionó Lilith.

—No señora... Aun no, lo que pasa es que...

—¡No quiero excusas o se mueren todas!.— Amenazó.

—¡Es que nuestra hermana, al parecer fue ultimada por los guardianes!.— Lloró Orquídea.

—¡¿Y a mi que demonios me importa su estúpida hermana?! Sí la mataron, fue por inepta. Yo no quiero sirvientas débiles. Y si ustedes son asesinadas por los guardianes, será lo mejor que pudo ocurrir. Ahora trabajen, ¡Holgazanas!.— Gritó la súcubo, para luego desaparecer.

—¿Ahora que haremos?.— Preguntó Tulipán.

—Buscaremos el cristal, y de paso, vengaremos a nuestra hermana. ¡Vamos a buscar a esos guardianes!.— Ordenó Rosa.

Mientras tanto...

Una luz violeta rodeó el cuerpo de Valentino, y lo convirtió en aquel guardián con armadura y ojos morados.

—Ah... Ahora recuerdo todo.— Dijo Valentino, mientras revisaba su armadura.

—¿A que te refieres con todo?.— Preguntó Alan.

—Yo sé tu identidad, amor.— Sonrió Valentino.— Recuerdo que antes, cuándo apareció ese demonio, tu solías ser muy gruñón conmigo.

—Ah... Yo... Yo lo siento Valentino... Tenía que hacerlo porque... Porque, debía proteger mi identidad ante ti.— Alan estaba sumamente nervioso, pero sabía que Valentino podría descubrir su identidad tarde o temprano.

—Tranquilo, estoy feliz de luchar junto a ti. Espero que hagamos un buen equipo.— Animó Valentino a los chicos.

—Si... Eso espero.— Sonrió Alan, bastante nervioso por cierto. No le agradaba mucho que Valentino fuese guardián de nuevo. Realmente lo amaba, pero no quería poner en peligro su vida y sobre todo, no quería perderlo, cómo en la anterior batalla contra el demonio.

—Bueno, ahora que los tres estamos transformados, debemos hacer una conversión para hacer que la ciudad vuelva a la normalidad.— Ordenó Dodge, un poco para romper la tensión que se había formado.

—Aún tenemos que darle el cristal a Alanis. Aunque no entiendo ¿Para qué? Sí nosotros podemos solos.— Se quejó Alan.

—¿Le darán un cristal a ella?.— Preguntó Valentino.

—Si, eso ordenó Diamante, ya que ella no puede pelear después de haber perdido su cuerpo físico. — Reveló Dodge.

—Ah... No quiero interrumpir, pero ahí vienen las flores de la muerte.— Dijo Alan, señalando a las tres mujeres que volaban por el cielo.

—Cuidado chicos... Ahora es el momento.— Dijo Dodge.— Valentino ¿Estás listo?. — Preguntó el canino al chico.

—Si... Eso creo... Aún recuerdo cómo usar el cristal.— Confesó Valentino.



Light Years (BL)Where stories live. Discover now