La Sorpresa

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Día 15 de febrero. Por la mañana.

Louis dormía en la misma posición en la que se había quedado el día anterior. Yo apenas había podido dormir, así que me quedé mirando al techo durante un buen rato.

Un fuerte golpe en la puerta me sentó en la cama. -Soy el agente Giovanelli, abra la puerta ya o la echaremos a bajo.

El grito de la seca voz de mi padre me asustó.

-Louis, despierta...-Susurré.-La policía está tocando a la puerta.

Nunca había visto a Louis tan nervioso en mi vida. Se levantó corriendo y lo primero en hacer fue quitar las esposas de nuestras manos y guardarlas en el cajón. Cambió su blusa.

-Debes esconderte...-Dijo agitado, peinaba su pelo con los dedos. Ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de la cercanía que teníamos el uno del otro.

-¿En dónde?- Susurré.

Miró hacia los lados y alojó la mirada en la ventana. Dudó en varios segundos pues seguro que pensó que saltaría abajo o que quizás cayera de cabeza.

-En el frontis de la casa...-Suspiró.-Puedes mantenerte con facilidad.

Asentí insegura, mi mayor miedo eran las alturas. Abrió la ventana y pasé primero mis piernas. Un déjavù recorrió mi cuerpo, ya había vivido y eso antes. Cuando ya estaba decidida a colgarme de la pared, la suave mano de Louis agarró mi brazo impidiendo moverme de ninguna forma. Me inclinó hacia él apoyando mi cabeza sobre su pecho y dándome un dulce abrazo.

-Ten cuidado.-Susurró y dio un beso en mi frente.-Te veo después.

-Lo... Lo mismo digo.

-¡Cuento hasta tres!

-Ya va, pesado.-Agarró una de mis gomas para el pelo que había sobre la cama y se la colocó en la muñeca.

La respiración se me había cortado. Esa situación me había pillado por sorpresa. ¿Lo había hecho a propósito para que me temblara el pulso y cayera a bajo?

-No mires abajo...-Hablé para mis adentros mientras empezaba a caminar por el borde hasta la siguiente ventana.-No mires abajo.

Sin hacerme caso a mí misma, miré hacia abajo. Las personas parecían hormigas desde esa perspectiva, me obligué a agarrarme con suma fuerza a la cornisa. Podía ver la vista de los paseantes clavadas en mí y diciendo ocurrentes cosas sobre que me iba a matar si caía. ¿En serio, no me había dado cuenta?

Llegué a la ventana del ÁticoA y empecé a tocar con fuerza a espera de que me abriera alguien.

La ventana se abrió y una cara incrédula me miró desde dentro. Era Liam, que rápidamente abrió la puerta de la ventana y me miró sorprendido.

-¿Qué haces ahí?

En ese momento saqué ese humor irónico-sarcástico adquirido la última semana por culpa de Louis.

-Vine a traer el pan. ¿No te jode?-Musité en voz alta manteniendo mi barbilla lo más arriba para no mirar hacia abajo.-¿Me ayudas o esperamos a que caiga?

-Ups...-Puse los ojos en blanco en lo que él me tendía una mano para lograr meterme dentro de la casa.

En el ÁticoB, en ese mismo momento.

-¿No sabe nada sobre un robo a medianoche en la comisaría?

-No, señor...-Susurró mientras una sonrisa se marcaba en su cara.- He estado ocupado.

-¿En qué?-Preguntó con intento de familiarización mi padre.

-Señor, es de mala educación preguntar por la vida privada de uno.-Rió mientras mantenía en su mano uno de mis coleteros. Sus ojos se tornaron más claros recordando el atraco de ayer, cuando justamente caí encima de él.

-Agente Giovanelli, solo hemos encontrado de extraño, ropa y perfume de mujer.

-¿Así que es eso?-Rió por lo alto mi padre.- El tigre se vuelve manso por amor. ¿Sabe tu novia que eres un NARCOTRAFICANTE y un LADRÓN?- Recalcó mi padre las palabras.

-¿Quién ha hablado de amor?-Se mofo en su cara.-Lo cierto es que estoy preparando mi transformación, voy a salir del armario porque me he enamorado de Higgins.

Miró hacia él y le guiñó un ojo. Higgins respondió con una mueca de asco.

-¿Y su hermosa y flamante, bella e increíble, adorable y amorosa hija, dónde se encuentra?

-No le incumbe...-Dijeron los dos a regañadientes. Parecían enfadados por su descripción hacia mí. Preferiría que me llamaran eso antes que... ¿Guarra?

-Me resulta increíble que sean familia, es demasiado guapa como para ser su hija... Habrá salido a la madre.-Rió.- Y pobre Higgins, incrédulo y soñador, soñando que algún día ella caerá rendida en tus débiles brazos y te pedirá que seas suyo... Desde que se fue a Italia te sientes muy solo ¿Verdad?

Mi padre levantó una ceja y reflexionó.-¿Cómo sabes que está en Italia? No te lo he dicho.

-Me lo intuía. Aquí no se le pierde mucho.-Dijo intentando remediar el error que había cometido. Por suerte parecían habérselo creído.

More than just a thief.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora