t r e i n t a y t r é s

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—En serio, sí no te gustó la canción dímelo, no me voy a ofender— María lanzó un alarido de frustración y se jaló el cabello, Emilio le puso una mano en el hombro para calmarla—. No es necesario que inventes nada.

—¡No estoy inventando nada!— chilló María, deshaciéndose del agarre de Emilio y luego respirando profundo para calmarse por cuenta propia, volteando a mirarlo ya más calmada—. Emilio, sé que suena loco, pero estoy diciéndote la verdad. Me caes de poca madre, pero no me gustas y yo a ti tampoco, quien te gusta es Joaquín, porque él se hizo pasar por mí todo este tiempo.

—Eso no es posible— María nuevamente chilló, frustrada, porque sabía que era difícil de creer, pero igual Emilio tenía que saber la verdad—. Eras tú, no puede ponerse un disfraz de ti.

—Sí puede— María volvió a alzar el anillo para que Emilio lo viera—. Con esto.

—Me habían rechazado antes, pero no así— Emilio comenzó a reír y María suspiró, resignándose a que él no le creyera y que no tenía forma de comprobárselo.

A menos que convenciera a Joaquín de revelarle la verdad a Emilio, cosa que dudaba que pasara porque Joaquín tenía una visión distinta de la situación, él prefería esconderse o huir, antes que confesar la verdad. Entendía que tenía miedo de cómo podría reaccionar Emilio, pero también tenía que entender que no podía esconderlo por siempre, María estaba a nada de irse a Inglaterra de nuevo, ¿Cómo mentiría esta vez?

María sabía que no tendría que haberle dicho la verdad a Emilio, aunque él no le creyera, Joaquín era al que le correspondía encargarse de eso. Pero se sentía mal de estar con el chico que le gustaba a su mejor amigo y fingir que se gustaban, a ella no le correspondía ese lugar, no tendría que estar ahí por más que tuviera que reemplazar a Joaquín.

Era hora de poner fin a esa mentira, no sabía qué tanto Joaquín resistiría mintiéndole, pero ella definitivamente no era de las personas que pudieran mentir por mucho.

—Esto va a pasar— Emilio había estado diciendo un montón de cosas en ese momento, María no les prestó atención y decidió interrumpirlo—. Vamos a esperar a mi primo, y él te dirá la verdad.

—¿La verdad de qué?

—Vamos a esperarlo, dije.

—Okaaay.

Emilio no sabía qué había sido de Joaquín, él se había ido a otro lado cuando decidió que le mostraría la canción a María, y llevaba bastante tiempo sin regresar, suponía que porque tenía más cosas que comprarle a su mamá. Pero María sabía que no era por eso, ella sabía que Joaquín no quería estar presente cuando eso pasara, y por eso decidió comenzar a llamarlo.

Las primeras llamadas entraban al buzón, después dejaron de entrar por completo y en su lugar sonaba la voz esa que decía "El número que usted marcó, está apagado o fuera del área de servicio".

María lo intentó un par de veces más, pero era obvio que Joaquín había apagado del celular para evitar ser molestado.

Cuando al fin apareció, tanto María como Emilio se pusieron de pie, y Joaquín los vio, intentando entender porqué lo veían. La chica sabía que él quizás querría fingir que era una broma, que haría cualquier cosa para salvar el secreto, pero no era la manera.

—Joaco— el mencionado volteó a verla, Emilio también—. Le dije la verdad.

El rostro de Joaquín se puso pálido durante al menos cinco segundos, luego suspiró, cerrando la puerta y riéndose levemente.

—No le creíste— Joaquín miró a Emilio. —¿Verdad?

—No, porque es imposible— respondió Emilio, riéndose igual.

El rey del anillo ⨾ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora