Capítulo veintiocho: El primer paso es olvidar el miedo

5.2K 526 400
                                    

—Bien, esto es lo que tengo hasta ahora —declara Todd, levantándose de mi cama, mientras que yo me encuentro con la cabeza colgando a los pies de esta— Después de años de adorarlo en secreto, por fin lograste flechar a Trevor Matthews. Luego, no fuiste capaz de decirle que también te gustaba cuando él lo hizo y cuando por fin todo parecía ir bien, decidiste mantener en secreto las cosas, como si estuvieras avergonzada de él, además de que literalmente, le diste esperanzas a otro chico en frente suyo. 

Suspiro.

—Bueno, si lo pones así...

Todd me lanza un peluche a la cara —Es la única manera, tarada. 

Me incorporo en mi cama para mirar a mi mejor amigo frente a frente. Todd está de pie frente a mi, mirándome expectante, con sus brazos cruzados a la altura de su pecho.

—Hay una buena razón para eso último —me excuso, apuntando al castaño con el peluche que me lanzó. Todd eleva una ceja, dejándome continuar— No quería lastimar al chico. 

—Lisa, por si no lo has notado, lo único que hiciste esta tarde fue darle falsas esperanzas a un pobre chico, y matar las de aquel que realmente te gusta —manifiesta mi amigo, sentándose junto a mi.

—¿No crees que está siendo exagerado? —cuestiono. 

—Ponte en su lugar —contesta— Imagina que te declaras al chico que te gusta y él no te corresponde inmediatamente, te mantiene en secreto y le da chances a otras chicas, en frente de ti y todos tus amigos. 

Bueno, quizás si metí la pata un poco. 

El celular de Todd vibra en mi escritorio, causando que el castaño se levante y se acerque para cogerlo entre sus manos. 

—Tengo que irme —anuncia, bloqueando su celular y guardándolo en el bolsillo de su pantalón. Todd toma su mochila y choca puños conmigo antes de acercarse a la puerta— Trata de pensar en que harás mañana, pero no sobre pienses, por lo general terminas haciendo tonterías cuando haces eso.

El castaño me da una última mirada antes de abandonar mi cuarto, dejándome sola con mis pensamientos. Bien, si lo pienso racionalmente, la situación no es tan mala. Pero, si lo pienso como un adolescente de diecisiete años, estoy jodida. 

Tomo mi celular para intentar distraerme un rato, contesto algunos mensajes y paso cinco minutos observando el chat de Trevor, debatiendo si hablarle o dejar las cosas como están, por el momento. Tengo el ligero presentimiento de que cualquier cosa que diga ahora, solo empeorará la situación. Suspiro, bloqueo mi celular y lo dejo encima de mi torso. 

Es cuando estoy cayendo dormida, que mi celular vibra, sobresaltándome. Me incorporo en mi cama y deslizo la pantalla para desbloquearlo, encontrándome con algunos mensajes.

Peter:
¿Estás en tu casa?

Lisa:
Si, ¿por qué?

Peter:
Tengo algo para ti, estoy abajo. 

Frunzo el ceño y dejo mi teléfono en la cama, antes de bajar las escaleras hasta la entrada. Frente a mi casa está estacionado el auto de Peter. El castaño está recargado en la puerta, sosteniendo una familiar caja blanca entre sus manos. Con todo el lío, olvidé que Trevor me dio eso. 

—¿Tú también me odias? —cuestiono. 

Peter niega con su cabeza, mientras se acerca a mi —Nadie te odia realmente, peaches.

—¿Nadie? —repito. 

—Bueno —dice, entrecerrando sus ojos— No completamente, pero digamos que tampoco estamos completamente felices. 

Love, LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora