Capítulo ocho: Secretos de cuarto grado y la cámara de besos

5.6K 571 266
                                    

Maratón ⅓


Empapada y apunto de agarrar una neumonía, entro al gimnasio con el resto del grupo. En cosa de segundos, gran parte de la mirada de los presentes se posan en nosotros, y con nosotros me refiero a las cinco personas que me acompañan porque incluso empapada, soy invisible cuando Aurore Matthews y Alessia Anderson están a mi lado.

—¿Quieres tomar algo? —pregunta Trevor señalando la mesa que tiene el ponche y las bebidas— A estas alturas del baile, el ponche ya debe estar contaminado con algo.

Afirmo con mi cabeza y sigo al rubio hasta la mesa pero en el camino, una mano me toma por el brazo y me arrastra hacia un rincón. Mi corazón se relaja cuando veo a Todd, vestido de Robin Hood.

—¿Desde cuándo te gustan las películas ochenteras? —pregunta.

—Aurore me disfrazó —admito— Hasta el día de hoy, no tenía idea de quien demonios eran Sandy Olsson o Danny Zuko.

Luego de esa confesión, Todd me da un sermón de cinco minutos sobre como debí hacerle caso todas las veces que quiso hacer maratones con películas de Molly Ringwald y no se calla hasta que Trevor llega a nuestro lado, salvándome.

—¿Me estás robando la cita, Robin Hood? —pregunta el chico rubio pasando un brazo por encima de mis hombros. Sé que lo dice jugando, pero incluso así, el hecho de que me llamara su cita me pone los pelos de punta.

Todd me mira con una sonrisa burlona y luego pasa su vista hacia el chico junto a mí.

—Claro que no, si la quisiera la tendría ahora en mis brazos, pero soy demasiado para Lisa —responde con aires de falsa grandeza— Los veo luego, me espera mi cita.

Recordatorio, interrogar a la sabandija sobre su cita misteriosa y por qué no me dijo que traería una cita. Por ahora, lo único en lo que puedo pensar es en que Trevor no ha sacado su brazo de mis hombros y si sigue ahí por mucho tiempo, no volveré a lavarme los hombros jamás.

—Te pierdo de vista un minuto y ya me estás engañando, Sandy. Eso me duele —finge mi pareja, tocándose el pecho con la palma de la mano

—Qué me dices de tí, me invitaste al baile y tienes a media preparatoria haciendo fila para salir contigo —le sigo el juego, cruzándome de brazos. Sé que no debería mencionar el tema de la carta pero me asusta tanto quedarme sin tema de conversación que soy capaz de decir cualquier estupidez para charlar.

Trevor sonríe —¿Tú no postulaste?

—¿Disculpa?

—Tú nombre, bueno tecnicamente tu apodo, también es con L —explica Trevor cruzándose de brazos. Ya he perdido la capacidad de reconocer si está jugando o no así que me limito a reír para esconder mi nerviosismo.

—No soy tu chica, creeme —miento.

Él me mira un rato como si dudara de mis palabras pero luego ríe, devolviéndome el alma al cuerpo —En cuarto grado habría dado lo que sea por que fueras L.

—¿Qué? —cuestiono aturdida por las palabras que acaba de decir.

Trevor sonríe avergonzado y pasa una mano por su cabello, lo he conocido lo suficiente estos días para notar que tiene ese gesto cuando algo lo avergüenza.

Love, LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora