Capítulo dieciséis: Siete minutos en el paraíso

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Para cuando dan las diez, he perdido a todo mi grupo.

Trevor y Peter nos abandonaron a penas se toparon con otros chicos del equipo de hockey, Aurore desapareció hace quince minutos cuando fue a la cocina y Todd está borracho en algún lugar del jardín. En conclusión, estoy completamente sola en una casa y vecindario que no conozco.

—No luces muy divertida —escucho una voz masculina detrás de mi. Cuando me volteo, suelto un respiro de alivio al ver una cara conocida y sonrío porque se trata de Trevor— ¿A dónde se fueron? Las perdimos a penas entramos.

—Entramos, unos chicos gritaron "¡BEER PONG!" y lo siguiente que supe es que tú y Peter corrieron cual niños en juguetería —le recuerdo— Aurore desapareció hace quince minutos y la última vez que vi a Todd estaba vomitando en los arbustos.

—Para que conste, Peter perdió —agrega.

Trevor me toma por la muñeca, para no perderme entre la cantidad de gente que hay en la casa y me arrastra hasta la terraza en el jardín trasero. Me quedo sola un rato hasta que él vuelve con dos vasos plásticos en sus manos.

—¿Qué es esto? —indago viendo el líquido transparente y burbujeante a través del vaso.

—Vodka con blanca —responde. Cuando ve mi cara de confusión, aclara el concepto— Vodka con sprite.

—¿Es bueno?

—¿Qué bebida alcohólica es buena?

Buen punto. Nunca he conocido a alguien que realmente le guste el alcohol por su sabor porque diablos, sabe a colonia de abuelo. Por lo general, la gente toma alcohol por los efectos secundarios que trae.

—La sprite apalea un poco el sabor del vodka —comento luego de darle el primer sorbo, Trevor ya va por la mitad del vaso— ¿Por qué no estás con tu novia?

—Si lo dices por Luna, no es mi novia —aclara rápidamente— Está con sus amigas supongo, en realidad la vi cuando entramos y me escabullí de ella.

—¿Por qué no la dejas y ya? —pregunto, sonando más cruel de lo que esperaba— Digo, si realmente no te gusta y no quieres pasar el rato con ella.

Trevor se queda en silencio, mirando su vaso hasta que alza la mirada y la enfoca en mí. Por alguna razón, sus ojos marrones se ven más intimidantes esta noche que cualquier otra.

—Yo nunca dije que no me gustase —responde. Por la sonrisa que se asoma disimuladamente en sus labios, sé que lo dice para provocarme. Trevor Matthews, puedes hacer eso con solo mirarme.

—Entonces la verdadera pregunta es, ¿qué te pasa con Luna Greenwich? —cuestiono, a pesar de no estar segura de querer escuchar la respuesta.

Trevor respira profundamente y se recarga en el respaldo del sofá donde estamos sentados. Se ve realmente bien esta noche, creo que no lo había mencionado. Lleva pantalones rasgados y una camisa corta con flores la cual tiene los tres primeros botones desabrochados, dejándome una estupenda vista de sus pectorales.

Concéntrate, es un momento serio.

—Le tengo cariño —admite— Pero es el mismo cariño que le tienes a una prima. Nunca la había visto con otros ojos hasta que leí su nombre en la lista de postulantes.

Nuevamente, la maldita carta arruinando mi vida.

—¿Por qué no olvidas la carta? —sugiero— Ya pasó un mes y lo más cerca que estuviste de encontrar a L fue Luna. Aún así, no estás contento con el resultado.

—Llámame loco pero, —comienza a hablar y se detiene para soltar una risa pequeña— estoy seguro de que la verdadera autora de esa carta es la chica con la que he soñado durante años.

Love, LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora