Capítulo 3

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El piso de la arena era rectangular, y lo suficientemente largo como para que un regimiento llevara a cabo ejercicios allí; doscientos mecanómetros en sus lados más cortos y esa misma distancia más la mitad en los lados largos. Estaba hecho de piedras minerales aplastadas y descartadas de las fundidoras debido a que su concentración de metales era demasiado baja para ser útil. Espaciada por espacios irregulares en el suelo, el escombro mecánico y las pilas ardientes de basura creaban ilusiones ópticas e interminables oportunidades para tácticas de emboscadas y ataques sin ser visto. Rodeando el suelo, cuatro niveles de asientos estaban anexados verticalmente a un techo cien mecanos hacia arriba. Bancos de luces de toda frecuencia, de infrarrojo a ultravioleta, llenaban el piso. Las gradas estaban llenas de trabajadores de las fábricas y refinerías de Kaon, dando pisotones sincronizados hasta que todos los balcones de cada nivel rebotaban de arriba hacia abajo, casi sobrepasando el límite de la fuerza de tensión de las placas de metal. El ruido ya era abrumador, y continuaba aumentando conforme avanzaba la pelea que los gladiadores llevarían a cabo sin registrar ninguna entrada en sus componentes de audio, más que un ruido blanco al máximo.

Un millón de veces y más, Megatronus había entrado al pozo, ya fuera ése u otro muy parecido. Siempre que lo hacía, salía victorioso. El Torneo de Campeones – el grandioso nombre dado al circuito de esta arena – había cambiado las reglas para los oponentes de Megatronus, permitiéndoles entrar primero y asumir su forma alterna si lo deseaban. Cualquier cosa que pudiera ser escaneada y asimilada podría ser convertida en una forma de camuflaje. Era una forma cobarde de pelear, pero esto favorecía a Megatronus. Cuando le daba a su oponente la oportunidad del primer disparo – la oportunidad de emboscarlo – y sobrevivía para ganar una victoria total a pesar de esto, se veía invencible.

La palabra se estaba esparciendo. No habían pasado muchos ciclos estelares desde que Megatronus había sido uno de los gladiadores más temidos en los pozos de Kaon. Ahora él era, sin dudas, el más temido. No hacía mucho desde que Megatronus todavía no tenía un nombre. Ahora había escogido un nombre que causaba temor en los débiles e inspiraba lealtad entre aquellos que lo seguían. Que ése no era su nombre no le preocupaba en lo absoluto; a él, que nació sin nombre, no le importaba de donde venía su nuevo nombre cuando lo tomó.

Allí, pensó él. Mi oponente está allí.

Sus ópticos se posaron sobre una pila de piezas corporales desechadas, la clase de chatarra que se veía luego de un accidente industrial, donde cybertronianos muertos yacían esperando su recuperación y reconstrucción. Era obvio, pero Megatronus se había dado cuenta hace tiempo de que sólo pocos de sus oponentes tenían sutileza táctica.

Sobre y alrededor de él, la multitud tronaba. Alzó la mirada hacia ellos y levantó sus brazos, haciendo que aumentara el frenesí.

Esto tenía un doble propósito. Uno, mantenía a la multitud de su lado. Y dos, ver a Megatronus cantar victoria antes de que la batalla empezara siquiera, llenaría de furia a cualquier oponente con poca autoestima. Los oponentes furiosos eran oponentes fáciles. Los oponentes fáciles eran oponentes muertos. La lógica era perfecta.

De la pila de piezas destruidas salieron no uno, sino tres bots de pelea. Ambos eran uno de los experimentos de combiners de Shockwave, pudo reconocerlo sin problemas por la forma en la que se movían juntos – y esos tres eran primitivos, apenas capaces de tener conciencia; algo que poseía cualquier otro cybertroniano más avanzado. Inmediatamente uno de ellos se transformó en un vehículo todoterreno, con sus llantas magnéticas bien marcadas; se dirigió hacia una de las paredes del pozo, buscando el punto más alto para tener ventaja en un tiroteo. Megatronus se enfocó sólo en los otros dos, que saltaron hacia él inmediatamente. Al primero lo derribó con un disparo desintegrador; al segundo lo golpeó con el dorso de su puño, luego de dar una vuelta. Manteniendo al ATV en su visión periférica, Megatronus se giró para evitar que los dos combiners lo atacaran desde atrás. Uno de ellos dio un salto y roció una lluvia de fluido corrosivo a su cara; él lo esquivó, sintiendo el fluido rozar su hombro. Después volvió el segundo, chasqueando sus manos de cuchillas ante él.

Transformers: Exodus (Traducción al español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora