Mi chica

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Alba se despertó en una cama que no era la suya, el sol brillaba a través de las cortinas haciendo que le costara abrir los ojos. Se había pasado casi toda la noche enroscada al largo cuerpo de la morena, sin embargo, en ese momento no sentía su cuerpo cálido a su lado. 

Abrió los ojos levemente y la vio, sentada en el borde de la cama. Le dio un pequeño empujón con el pie en la parte baja de su espalda. 

- Albi, buenos días. 

Alba sonrió y se removió dentro de las sabanas para ponerse de lado. 

- Buenos días, Nat - volvió a cerrar los ojos. 

Después de unos momentos, sintió que la morena se recostaba de nuevo junto a ella. Abrió su ojo izquierdo, solo para encontrarse con Natalia sonriendo frente a ella apoyada con su codo y con la cabeza recostada sobre su mano. 

- Para de mirarme.

- ¿No puedo mirar lo guapa que eres? - preguntó en voz baja. 

Alba volvió a cerrar los ojos y apoyó su cabeza encima de la almohada para ocultar su sonrisa de pava. 

- Gracias por quitarnos las mantas de encima anoche, por cierto - dijo Natalia. 

- De nada, tu cuerpo estaba ardiendo - murmuró. 

Ugh, puto sol. 

El sol seguía molestándola a pesar de seguir con los ojos entrecerrados. Echó un vistazo a Natalia y vio como los rayos se colaban entre el espacio de su cabeza y su cuello, así que se movió más cerca de ella, acurrucándose entre su pecho y la almohada. 

- Vaya, me había emocionado hasta que me he dado cuenta de que me estás utilizando como sombrilla - dio Natalia en voz baja.

Alba se echó a reír. 

- Deberías estar agradecida, porque eres una sombrilla increíble.

- Guau, cuántos halagos - rio entre dientes. 

Alba se apartó de ella y le devolvió la sonrisa, fijándose en su rostro que esa mañana parecía resplandecer. 

- Apunta eso en la lista de cosas en las que eres buena - entrecerró los ojos.

- Así que fútbol, ser graciosa, follar... - empezó a citar. 

- Sigues siendo una egocéntrica - puso los ojos en blanco.

- Y aún así sigues viniendo a por más - señaló. 

- Sí, pero no nos hemos acostado desde hace ya una semana - le recordó Alba.

- Lo sé - sonrió y se acercó un poco más a la rubia. 

Alba sintió que su ritmo cardíaco se aceleraba en una cuestión de segundos. Acercó su cabeza lo suficiente como para que el rostro de Natalia le quedará a menos de un centímetro de distancia. Antes de que se produjera la colisión definitiva, consiguió ver una pequeña sonrisa entre los labios de la morena. 

Alba acercó su mano a la mejilla de Natallia para apartar un mechón de pelo mientras la besaba, le había crecido lo suficiente como para que los rebeldes mechones la molestaran de vez en cuando. Natalia se separó del beso unos segundos después, cogió la mano de su mejilla y se la llevo a los labios para dejar un suave beso en el dorso de ésta y después entrelazar sus dedos, sin apartar la mirada de sus ojos. La rubia observó esa acción al mismo tiempo que se mordía el lado derecho de su mejilla. 

Las mariposas de su estómago saltando en trampolín.

Alba se echó sobre su cuerpo para que la morena quedara boca arriba y ella pudiera enterrar la cabeza en su cuello, sin soltar sus manos todavía entrelazadas. 

Una fina líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora