La tarántula

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- Alba, ¿te das cuenta de que esto es solo un estúpido partido de fútbol de ciudad? - preguntó María mientras le entregaba los nuevos uniformes a todo el mundo - No necesitamos uniformes, con unos petos serviría. 

- Escucha - suspiró Alba - Somos las campeonas del año pasado, tenemos que estar presentables. 

- Alba, yo...

- Y como capitana del equipo - la interrumpió la rubia - Estoy en posición de decir que necesitamos presentarnos como lo que somos. Las campeonas. 

- Pues yo creo que es una gran idea - dijo Sabela. 

- Gracias, Sab - sonrió Alba agradecida. 

- Como no - Marta puso los ojos en blanco. 

Alba frunció los labios y se abstuvo de contestar. 

- No es una estupidez María, la ciudad está muy metida en esto del fútbol local, y resulta que somos el equipo más respetado. Creo que deberíamos de mostrarle un poco más de interés a nuestros fans, ¿no crees?

- Uno de los "equipos más respetados". Ahá - señalo María. 

- Mira - continuó Alba señalando con el dedo alrededor del vestuario en el que se encontraban - No vamos a hablar de ese equipo aquí, ¿está claro?

- ¿Por qué las odian tanto? - preguntó Marilia, la chica nueva.

Alba las miró con la boca abierta. 

- ¿¡QUÉ POR QUÉ? ¿¡DE VERDAD ME LO ESTÁS PREGUNTANDO!? 

- Bueno, rubia relájate un poco que la pobre no tiene culpa de tus neuras - le rebatió María con una sonrisa en su rostro. 

Alba suspiró para relajarse antes de continuar hablando. 

- Son nuestras rivales, que sean también uno de los equipos más respetados no significa que nos deban caer bien. A nadie le caen bien sus rivales... 

- Joder, Albita, dale un descanso a la niña, que la pobre no estuvo aquí el año pasado - dijo Julia. 

- Tienes razón, perdóname. Pero ya basta de este tema - le sonrió dulcemente a la pobre chica de pelo rizado. 

Agitó las manos para reunirlas a todas en un círculo a su alrededor.

- ¿Estáis todas preparadas para salir a practicar? Es nuestro último entrenamiento antes del primer partido. Así que tenemos que hacer que valga la pena. ¿¡Qué somos!? - gritó mientras ponía la mano en medio del grupo, esperando que todas hicieran lo mismo que ella. 

- Dios, Alba, no - Julia se palmeó la frente, pero la rubia cogió su mano y la dejó con la de las demás. 

- ¿¡QUÉ SOMOS!? - reiteró. 

- ¡Gatas salvajes! - exclamaron a la vez, no tan entusiasmadas como la rubia. 

Bueno, esto no es bueno, pensó. 

- Vamos, todas fuera, vamos a dar cinco vueltas completas a la pista - dijo Alba a la vez que cogía su botella de agua. 

- ¿No crees que son demasiadas, Albita? - la esperó Julia detrás. 

- No he dicho que tengáis que correr las cinco vueltas seguidas - sonrió - Además, como si fuera un problema para ti, menudas piernas de gimnasio chavala - dijo empujándola hacia afuera. 

- Pues también es verdad - Julia le sonrió de medio lado. 

Una vez estuvieron todas en la pista se alinearon con el resto del equipo. Su campo no era tan grande como otros, pero cuando ya iban por la cuarta vuelta empezaron a caminar, demasiado cansadas.  Fué entonces cuando vio una figura un poco demasiado familiar acechando por la grada. 

Una fina líneaWhere stories live. Discover now