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Estaban jugando un partido relativamente bueno. Iban 2 a 2 en el minuto treinta y cinco de la segunda parte. Se las había arreglado para mantenerse firme cada vez que el defensa del equipo contrario se adelantaba para robarle la pelota. 

Más de una vez habían estado a punto de desempatar, pero aún así, seguía siendo imposible, absolutamente todas las jugadoras estaban agotadas. Estaba siendo un partido duro y bastante sucio. Pero, uno de los goles había sido suyo, lo que para ella se había convertido más en una victoria personal que en cualquier otra cosa.

Ugh, de que les sirve intentar ganarnos a base de lesionar a la mitad de nuestra plantilla. 

Natalia estaba parada cerca de la portería con el balón entre sus botas, esperando que alguna de sus compañeras se desmarcara para poder hacerle un pase. Sin embargo, la defensa consiguió arrebatarle el esférico a tiempo, antes de que pudiera decidir cualquier acción que fuese a perjudicarlas. 

La pelota rodó hasta Marta que estaba en el lado izquierdo del campo, la cual dribló como una profesional antes de pasarle la pelota a la centrocampista, quien vio hueco en el que se encontraba Alba, aparentemente sola, tan solo acechada por Miki, el defensa que la había estado llevando por la calle de la amargura desde que el partido había dado inicio. 

Su entrenadora del instituto le había enseñado a no darse por vencida por muchos golpes y patadas que recibiera, así que cuando tuvo el balón en posesión, decidida a darse la vuelta para seguir su camino hasta la gloria, no pudo evitar ver como Miki se lanzaba hacia ella con su pierna derecha extendida en busca del esférico. 

Por desgracia no fue precisamente la pelota lo que llegó a tocar, sino su tobillo. 

- ¡JODER! ¡HIJO DE PUTA! - gritó antes de caer en el suelo mientras se agarraba el tobillo con gesto de dolor. 

Los ojos se le llenaron de lágrimas. 

- Au, au, au, au, au... - volvió a quejarse esta vez en voz baja, apenas consciente de que la colegiada, María y Julia estaban a su lado en ese mismo momento. 

- ¿Dónde te duele? - preguntó Julia con rapidez, agachándose a su lado. 

Alba se quejó un poco más antes de inclinarse hacía adelante y señalar el hueso del tobillo y la parte lateral de su pie. Empezó a desabrocharse el cordón de los zapatos. 

- ¡No, no! - la detuvo la gaditana - Podría estar fracturado o algo, no te lo toques. 

Apenas se había dado cuenta de la multitud que empezaba a formarse a su alrededor, así que se tumbó en el suelo y simplemente cerró los ojos, intentando ignorar a todo el mundo y al dolor punzante que irradiaba toda la zona alrededor de su tobillo. 

- Deberíamos llevarla a urgencias - dijo María. 

Alba gimió. 

- No... - susurró como una niña pequeña - Estoy bien, solo necesito un momento...

- ¿De verdad, Reche? Venga, nos vamos - Julia puso el brazo izquierdo de Alba a su alrededor y la levantó con cuidado. 

- ¿Y el partido? - se quejó mientras cojeaba, con María a su otro lado. 

- Necesitas ir al médico - dijo Julia mientras ponía los ojos en blanco. 

- No... chicas, tenemos que acabar el partido, por favor - suplicó. 

- Creo que tu salud es mucho más importante que un estúpido partido de fútbol. 

- ¿Estás bien? - Carlos las recibió al otro lado de la valla, ignorando la conversación que estaba teniendo lugar en ese momento. 

Una fina líneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora