Capítulo 5

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2 de enero

— ¿Crees que va a aparecer? – Murmuró Natalia fumándose un cigarro apoyada en la ventana.

El día anterior había sido festivo y el restaurante había permanecido cerrado, pero ya tocaba volver a la vida normal.

La hora de abrir se acercaba, y Natalia, acostumbrada a que Alba siempre llegara antes de su hora, se mantenía pegada en la ventana para comprobar si vendría o no.

— No sé amor, – Contestó Carla mientras se abrigaba. — es una niña, es normal que se avergüence de lo ocurrido y no aparezca.

— Bueno, podría avisar para que al menos lo supiera.

Carla se acercó a ella con una sonrisa tranquilizante.

— Repito. Es una niña, no esperes que se comporte como una adulta. – Le dio un pequeño beso. — Ni siquiera los adultos consiguen hacerlo a veces. – Terminó con una risa.

— Tienes razón. – Suspiró. — Menuda nos ha salido la hija de la Reche.

Con una carcajada y recogiendo su bolso por el camino, Carla se encaminó hacia la puerta lista para ir a trabajar.

— Si esque nadie se te resiste, rompecorazones. – Natalia rodó los ojos con una sonrisa sin dientes. — Nos vemos luego, amor. Ya me contarás.

Ambas se despidieron y Natalia dio por finalizada la guardia que mantenía en la ventana desde que se había levantado. Por la hora que era, no parecía que Alba fuera a aparecer.

Recogió los platos del desayuno con calma y fue a cambiarse antes de tener que bajar al restaurante y empezar a preparar el servicio.

Cuando salió de su habitación decidió echar el último vistazo por la ventana y mentiría si dijera que no se le paró el corazón una milésima de segundo.

Allí estaba.

Su melena rubia esperaba en la puerta, desde la lejanía podía notar como movía la pierna incesantemente en clara señal de nerviosismo.

A Natalia le recorrió un escalofrío por toda la espalda con tan solo recordar como aquella chica la había acercado a ella, y como sus ojos normalmente llenos de inocencia, se habían llenado del deseo más crudo que había presenciado jamás.

Sacudió la cabeza ante el temblor de piernas que le suponía pensar en eso, y decidió actuar con toda la profesionalidad que ella poseía.

No podía permitir que una niña alterara el curso tranquilo y profesional que mantenía su restaurante por una fantasía adolescente.

Bajó las escaleras sintiendose más nerviosa de lo que jamás le reconocería a alguien, y se dispuso a abrirle la puerta a la chiquilla.

— Buenos días Alba. – Saludó más seca de lo que solía hacerlo.

— Buenos días. Con permiso, voy a cambiarme.

La chica salió escopeteada al vestuario, sin siquiera mirarla a los ojos.

Por lo menos no ha venido a despedirse.

La esperó con paciencia, pero parecía que la chica estaba teniendo problemas para salir.

— ¿Alba? – Llamó.

— S-sí... ¡salgo! – Se atropelló.

Con la cara roja como un tomate e incapaz de mirarla a los ojos volvió a la sala.

Natalia no lo sabía, pero la rubia estaba al borde de caer redonda al suelo de lo atacada que estaba por dentro.

Si no la hubiera llegado a llamar se hubiera instalado a vivir dentro del vestuario y se negaría a salir por el resto de su existencia.

Are u gonna tell her? - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora