Capítulo 2

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19 de diciembre

Natalia se paseaba de un lado a otro del salón con un cigarrillo en una mano y su habitual café de las mañanas en otra.

Carla la miraba desde la mesa mientras bostezaba y removía su infusión sin ganas.

— ...no tenía suficiente y ¡venga! La guardería. – Se quejaba. — Y ahora aquí estoy, a las putas ocho y media de la mañana, en pie y organizandome todo lo que le tengo que enseñar a la niñita... que no es poco, Carla, no es poco.

— Mi amor, cálmate. – Intentó razonar. — Le das una oportunidad a la chiquilla y si no te convence, puerta. Además fuiste tú quien dijo que sí, todo porque la madre te enseño a atender una frutería.

— Me pilló en un momento de debilidad. – Se excusó. — Sin contar que me estaba presionando... ¡maldita Rafaela! – Apagó el cigarro con fuerza contra el cenicero.

Carla miró su reloj de muñeca y se levantó acercándose a su mujer. Se posicionó frente a ella y la miró directamente a los ojos mientras acariciaba sus mejillas.

— Un par de días, cielo, sólo eso. – Besó sus labios con delicadeza. — La aguantas, y la echas. Sé que te parece una pérdida de tiempo, pero ve buscando candidatos mientras... haz entrevistas en momentos que ella no esté.

Natalia suspiró y clavó la mirada en los ojos castaños de su mujer.

Pobrecita, la tengo machacada.

— Estoy siendo muy pesada, cariño, lo siento. – Besó sus labios. — Tienes razón, me lo tomaré con más calma y mientras ire buscando a más gente.

— Así me gustas más. – Acarició su mejilla con la nariz. — Respira y relájate un poco, anda. – Miró el reloj otra vez y los ojos casi se le caen de las cuencas. — Me voy,¿vale? Llego tarde a la reunión. – Acarició sus labios en un pico fugaz y cogió su bolso con prisas. — Nos vemos por la tarde. ¡Te quiero!

El portazo se escuchó en toda la estancia y Natalia que seguía clavada en el mismo sitio sonrió mientras negaba.

Sus vidas estaban llenas de movimiento, pero a ella le gustaba así.

Cuando se dispuso a fregar todos los platos del desayuno, escuchó su móvil vibrar encima de la mesa y decidió revisarlo.

*Carlita:

La niña está en la puerta

Son las ocho y cuarenta, hace un frío que pela, ábrele pobre.

Pasa buen día, te quiero.

Sus pasos se dirigieron a la ventana y cuando se asomó pudo ver la cabellera rubia de su nueva incorporación esperando pacientemente en la puerta.

Por lo menos es puntual.

Pensó.

Con rapidez se colocó sus zapatillas y bajó al Origen.

Cuando abrió la puerta Alba la miró con sorpresa pero poco tardó en sonreír radiantemente, tanto que hasta Natalia se contagió sin quererlo.

— Buenos días. – Saludó con alegría.

— Buenos días Alba, pasa. – La chica se adentró. — ¿Llevas mucho tiempo aquí fuera? – Se interesó.

— No, desde las ocho y media. – Murmuró mientras se quitaba sus ropas de abrigo. – Hace un frío que pela... ¿dónde dejo la ropa?

— Dámela. – Alba se la entregó. – ¿Quieres que ponga el aire caliente?

— No, no te preocupes. – Respondió con rapidez, pero Natalia ya había podido notar que estaba temblando.

Are u gonna tell her? - AlbaliaWhere stories live. Discover now