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IV

Capítulo IV

             

Por Nam

Sentí como empezó a soltar feromonas su loba me llamaba con anhelo, me incitaba a que la ayudara y la poca cordura que tenía se fue a la verga y la cereza del pastel fue cuando decidió hablar para que la ayudará, a calmar su excitación.

- Sabes que la única forma de aliviarte es que te toque Jinna - hable con la voz ronca de la excitación .

Ella solo movió su cabeza de arriba hacia abajo, dando señal de que estaba de acuerdo.

Me acerqué a ella de una manera única, sentía como ella me necesitaba con locura, como su loba aullaba por dentro me volvía loco y más al saber que por quien llamaba era por mi lobo. Yo para ese entonces estaba igual de necesitado que ella .

Ataque sus labios a la velocidad de la luz. Lo tome de su cintura y la pegue a mí de una manera brutal pero también siendo un poco delicada, lo cual hizo que a Jinna se le escapara un leve gemido. Bajé mi mano a su trasero y comencé a apretarlo, está por su parte solo gemía.

- Ayúdame, no puedo más - susurro - te necesito.

Volví a besar sus labios con más pasión y deseo, metí mis manos por debajo de su camisa y empecé a tocar sus pechos por encima del sujetador. Mi Luna no paraba de gemir, de soltar jadeos y morder sus labios cada vez que apretaba uno de sus pechos.

- Creo que algo va sobrando aquí - hable con la voz ronca y la respiración agitada.

Quite su camisa de un tirón junto con su sujetador, lanzándolo por algún lado desconocido de la habitación.

- Esto no se vale - comento arrancando mi camisa.

Comencé a morder y succionar sus pechos alternándoos.

- Continúa - expresó en un hilo de voz, estaba tan excitada que le costaba hablar.

Saqué su short junto con sus bragas y comencé a rozar mi dedo pulgar contra su sexo. Que para ese entonces estaba húmedo.

- Ohh por dios no pares - ordenó - has lo que quieras, pero no pares.

Sin pensarlo mucho más metí un dedo dentro de su intimidad. Su espalda se arqueo de dolor y al ver mi dedo pude notar que era su primera vez, deposité un beso en su mejilla y cuando estuvo lista procedí a meter otro dedo en su interior. Ella gemía de una forma única, cosa que me encantaba y al mismo tiempo me encendía.