Extra Jinna y Nam

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- Lo lamento - rápidamente, lo suelto.

- Quieres que te toque, Jinna? — no digo nada

—. Vamos, pídelo. Dime que lo quieres.


—Esto es humillante - murmuro, casi de forma impulsiva.

—¿Qué tiene de humillante pedir lo que quieres? — su voz es ronca —.

Sigues atada a tus prejuicios y eso te condena su rostro se inclina sobre el mío, hasta presionar sus labios en mi mejilla—. Suéltalos, Jinna. Libérate de ellos - su mano vuelve a presionar las terminaciones más sensibles de mi cuerpo—. Pídemelo.

—NO...

—Anda, pídemelo. Pídeme que te toque con mis manos... o con mi boca y que te haga acabar.

—Nam...—me da un pellizco en el clítoris que me hace chillar.

Sus manos mueven mi cuerpo a su antojo
y separan mis piernas para meterse
entre ellas. Una de sus manos cubre mi entrepierna por encima de las bragas y
sus dedos se mueven lentamente, en otra forma de tortura.

—Estás tan húmeda para mí, muñeca - me sonrojo. Nunca me hablaron sucio, nunca tuve este tipo de juegos durante el sexo y... mierda, ¿Tal vez debería apagar mi cerebro ahora? Sus dedos separan la tela , deslizándose casi de forma descuidada en mi vagina. Sin embargo, no hay nada descuidado en torno a Nam. Todo tiene su porqué, aunque a veces no lo comprenda.


—. ¿Las nalgadas te han puesto caliente? — niego. Él se ríe

—. ¿Estás segura? Yo creo que sí sus dedos pellizcan mi clítoris y yo suelto un sonido involuntario. Luego, me muerdo la lengua—. Oh, vamos, ¿Vas a quedarte callada? — el hombre vuelve a mover las yemas de los dedos por encima de esa parte de mi cuerpo tan sensible y hago un esfuerzo por mantener mis labios sellados—. No quiero que te contengas, Nam me tortura, en el sentido más literal de la palabra y sus movimientos varían el ritmo. Demonios, sí, estoy mojada. No quiero atribuírselo a las nalgadas, pero... ¿A qué más, sino?

—. ¿Qué haces? — Nam se detiene.

— Pídemelo, muñeca. ¿No quieres que te toque? - inclina su rostro más cerca del mío, raspando su barba en mi mejilla. Muerde ligeramente la piel de mi cuello y luego la chupa, mientras yo tomo respiraciones entrecortadas, abrumada por la sensación extenúate de mi cuerpo.

Todo en mí palpita, esperando una liberación que Nam no va a darme a menos de que suplique por ello.


—Quiero que me toques, por favor - me atrevo a decir. Luego, frunzo el ceño.


En cualquier situación normal, un hombre se reiría, un hombre normal, se reiría, porque todo esto parece sacado de una película , con gemidos, palabras y escenas exageradas. Sin embargo, Nam me felicita, quiere que se lo pida, quiere que deje de contenerme y me suelte de todos esos prejuicios.

𝑆𝑢 𝑎𝑟𝑜𝑚𝑎 ✅ Próximamente en físico dyjawards24Where stories live. Discover now