Capítulo 63.

151 16 7
                                    

Hemos caminado por el pequeño camino lleno de grandes árboles, la mano de Alex se encontraba cálida, me producía un ligero calor muy agradable.

-A partir de aquí quiero que cierres tus ojos. –Me dice tomando la correa de Pequeñín.

Lo miro con una ceja levantada.

–Vamos, confía, no voy a lanzarte por ningún precipicio.

Rio. –Está bien.

He hecho lo que me ha dicho, he caminado con mis ojos cerrados, su mano era mi guía. Al cabo de unos minutos he sentido como ha soltado mi mano colocándose detrás de mí tomando mis hombros.

Me susurra en mi oído. –Ábrelos.

Lentamente los he abierto, he quedado de piedra, era un parque, aunque se veía que era abandonado, no estaba en mal estado, el campo tenía muchos árboles a su alrededor, hoja de diferentes tamaños y colores, era un lugar hermoso, producía una paz absoluta.

-Increíble.

-Sabía que te gustaría. –Ha soltado a Pequeñín, este se ha puesto a corretear y jugar con algunas hojas.

Vuelve a tomar mi mano. –Pero la verdadera sorpresa esta por aquí.

Hemos caminado hacia unos grandes árboles, a su alrededor había unas pequeñas luces que alumbraban mágicamente el lugar, había una manta con una canasta.

Alex me mira con atención. -¿Te gusta?

He sonreído. –Me parece tierno, sí, me encanta.

-Me alegro mucho, sentémonos.

Nos hemos sentado, ha sacado unos pasteles de la canasta, alzo mi ceja divertida. -¿Lo has hecho tú?

Lleva su mano hacia su nuca. –La cocina no se me da muy bien, así que le he pedido el favor a mi madre.

-Me parece bien.

Los pasteles estaban deliciosos, mientras comíamos Pequeñín corría de un lugar a otro completamente feliz.

-¿Cómo has encontrado este lugar? –Pregunto.

-Cuando era niño, antes de empezar con el boxeo, no controlaba mi rabia así que corría por horas, eso me calmaba, un día corrí tanto que llegue a este lugar, al verlo quede impregnado de inmediato, así que cuando tenía algún problema venia hacia acá, este es mi lugar de paz.

-La verdad es que es muy bonito, y produce mucha tranquilidad.

-Así es.

-¿A cuántas has traído aquí? Es un lugar bonito para ligar. –Tenía que preguntar, la duda me estaba matando.

Se torna serio. –Eres la primera persona que traigo aquí.

Lo miro con sorpresa. -¿En serio?

-Sí, es mi lugar de paz, no traería a nadie aquí, hasta que te conocí. –Sonríe. –A pesar de que has puesto mi vida de cabeza, tú eres mi paz.

-Eso no lo dijiste antes, recuerdo que me dijiste claramente que no querías nada de mí, que no estabas preparado.

Toma mi mano entre las suyas. –Tuve miedo, fui un cobarde.

-Es normal tener miedo de tus sentimientos Alex.

-Mi miedo era perderte a ti, tuviste que pasar por cosas horribles por estar a mi lado, Rose mi peor miedo fue perderte, al estar enamorado de ti iba a destruirme si algo te pasaba.

-Lo que paso no fue tu culpa, no ibas a perderme, yo estaba contigo.

-Lo sé, pero ¿Y si algo volviera a ocurrir? No me lo perdonaría, pero fui un idiota al dejarte ir, cada segundo alejado de ti fue mi ruina. –Toma mi rostro entre sus manos. –Extrañaba tu voz, tu risa, tus besos, toda tu, y es que has logrado enamorarme mi pequeña sádica, te has metido en mi mente y en mi corazón y no quiero sacarte nunca.

Sonrió. -¿Me quieres?

-Te amo inmensamente mi pequeña sádica y no quiero dejarte ir nunca más, quiero estar a tu lado siempre, quiero cuidarte, ser dueño de tu risa, quiero ser tu amor siempre.

-Y lo eres, porque estaré enamorada de ti siempre, te amo ojitos intensos.

Sonríe, su sonrisa era cálida, me ha besado lentamente, un beso lleno de pasión y promesa. Nos hemos acostado en la manta. Sus labios atacan los míos mientras llevaba una mano hacia mis pechos, ha desabrochado mi brasier, ha sacado mi camisa liberándome de ella. Mi piel arde anhelando su contacto, deja besos por mi cuello. Gimo al sentir su boca sobre mi pecho para mordisquearlos, echo mi cabeza hacia atrás, mis piernas se debilitan.

-Quiero hacerte mía Rose. –Su voz estaba cargada de deseo.

Acaricio su rostro con mis dedos. –Hazme tuya Alex.

-¿Segura?

-Segura. –Afirmo.

-Si te duele, solo dímelo. –Su voz mostraba nerviosismo.

Sonrió. –Confió en ti.

Vuelve a besarme, le respondo con todas las ganas, lo deseaba tanto, nuestras bocas se mueven con sincronía, nuestras lenguas se movían como si fuese un baile, Alex baja mis pantalones seguido de mi panties, he quedado completamente desnuda ante él.

He tomado su camiseta para quitársela rápidamente, su piel estaba ardiendo, he desabrochado sus pantalones, se ha levantado bajándoselos junto con el bóxer, ha quedado completamente desnudo. Lo jalo hacia mí besándolo, el contacto de piel con piel de nuestras intimidades me provoca una corriente por todo mi cuerpo.

-Te amo. –Dice, sus dedos entran en mi intimidad, su respiración se vuelve acelerada, profundiza sus movimientos.

El deja de besarme para mirarme fijamente, su miembro rozando mi mojada intimidad. Lo he mirado suplicante, este ha sonreído tiernamente, me penetra lentamente, arqueo mi espalda. Sentí algo largo y demasiado grueso tocar mis pliegues vaginales. Alex levanta su vista hacia mí. -¿Esta bien?

-Si. –Gimo.

Se queda un tiempo para acostumbrarse, sentía un dolor en mi interior, Alex me besa tiernamente, el dolor se ha evaporado un poco. Se acomoda entre piernas, empuja sus caderas hacia delante, entrando en mí de una sola estocada.

Gemí al sentir esa dureza llegar como sea a mi interior, comienza a embestirme con todas sus ganas, nuestros gemidos se mezclan, hundiéndose en mí una y otra vez, gruñe, sus ojos sobre los míos eran de deseo puro.

Envuelvo mis piernas a su alrededor para sentirlo aún más.

-Ah, Dios, sí. –Jadeo agarrándome a su espalda con fuerza.

Sus embestidas eran cada vez más rápidas y fuertes, mis gemidos salían uno tras otro, mordisqueaba mis pechos ligeramente moviéndose más rápido, podía sentir la descarga eléctrica venir a mi cuerpo anunciando que el orgasmo estaba cerca.

-Te amo Rose. –Dice con su voz acelerada, él también iba a llegar.

-Te amo Alex. –Digo en un gemido.

Ha embestido con más fuerza, me he aferrado a su espalda, me arqueo ante él, la descarga recorre todo mi ser, el orgasmo se apodera de mí, al igual que a él.

Nos quedamos un rato abrazados, nuestras respiraciones eran aceleradas.

Acaricia mi rostro con sus dedos. –Eres increíble.

Sonrió. –Lo mismo digo.

Deposita un tierno beso en mis labios. –No voy a dejarte ir nunca más, voy a estar siempre contigo.

Tomo su rostro entre mis manos para besarle. –Y yo contigo, te amo.

Intense.Where stories live. Discover now