Capítulo 34.

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Alex me empuja sobre el sillón, sin separar sus labios de los míos, era un beso desesperado, lo separo un poco para coger aire, su mirada era intensa, nuestras respiraciones entre cortadas, podía sentir algo duro sobre mi vientre.

-¿No sientes nada por mí? Esto demuestra lo contrario.

Vuelve a besarme, un beso ansioso, urgente, nuestras lenguas hacen contacto, introduce una mano por debajo de mi blusa, una descarga recorre por mi cuerpo, Alex deja varios besos sobre mi cuello, en un rápido movimiento me despoja de mi blusa. Este aprieta mis pechos con su mano, mordiéndolos ligeramente, un gemido se escapa de mis labios. Llevo mis manos hacia su espalda, las introdujo por debajo de su camisa, su espalda era ancha, mi cuerpo estaba encendido, quería más, empujo a Alex sentándolo sobre el sillón y sentándome a horcajadas sobre él, este me mira y sonríe con malicia, una maldita sonrisa que me derretía, coloca sus manos sobre mi trasero pegándome más a él podía sentir lo dura que estaba su entrepierna, recorro su cuello con besos, como por voluntad propia mi cuerpo se restriega sobre él, hacia arriba y hacia abajo, un gruñido sale de él, de nuevo estampa sus labios sobre los míos. Después de unos minutos se separa de mí.

-Eres mía, recuérdalo. –Me da un pequeño beso. –Pero no voy hacerte mía en la sala.

-¿Qué?

Este me guiña el ojo, -Espéralo con ansias.

Lo miro confundida, Alex se levanta. -venía a ver a mi hijo, subiré a verlo.

Miro como sube las escaleras hasta desaparecer de mi vista, me encuentro sentada en el sillón de lo más confundida, suspiro, Alex no podía venir subirme la temperatura y después dejarme como si nada. Picarona quieres que te folle, comenta mi vocecita pervertida interior, sacudo la cabeza, fuera pensamientos sucios, fuera.

Alex Griffin.

Entro a la habitación, veo al cachorro mordiendo un zapato, este al verme me mueve la cola y camina hacia a mí, lo cargo y me siento con el sobre la cama.

Suspiro, no sé cómo pude lograr separarme de Rose, tenía una ganas enormes de hacerla mía ahí mismo en la sala, no sé porque la he besado. Para demostrar tu poder sobre ella idiota, ¿Para qué más? Sus palabras que no sentía nada por mi lograron afectarme, sonrió, por supuesto que siente cosas por mí, si no me hubiera besado, su cuerpo no se habría encendido de esa manera, llevo una mano hacia mi cabello, que malditas ganas tenia de estar dentro de ella, pero no, no podía, Rose no era de esas, no podía hacer que tuviera ideas equivocadas conmigo, pero, ¿Entonces para que la he besado? Maldición, cada vez que la tenía cerca no podía controlar mis ganas, me desesperaba mucho.

Tenía que alejarme de ella pero ya no puedo, Guillermo a puesto sus ojos en ella, sé que va a intentar algo, pero no iba a dejarlo, aunque perdiera todo mi control ahora tenía que estar más cerca de Rose, sonrió, Guillermo no tiene oportunidad, soy yo quien la pone de esa manera que tanto me gusta, ahora si mi pequeña sádica no podrás alejarte de mí.

Mi móvil suena.

-Allison-

-¿Alo?

-Si te digo que estoy caliente, ¿Vendrías?

Sonrió para mis adentros. -¿Qué tan caliente estas?

-Muy caliente, tan caliente para dejar que me lo metas por detrás.

-Vaya, ¿Así que quieres que vaya y te haga mía?

-Si, por favor.

-Vale, voy para allá.

Cuelgo, Allison era una de mis mejores acostones, llevábamos años en eso, y la verdad aun no me aburre, me giro para salir cuando me he dado cuenta que Rose estaba parada en la puerta.

Mierda y más mierda.

Su mirada era de desilusión.

-Rose...

-¿No te parece que Pequeñín cada día es más tierno? –Me dice fingiendo una sonrisa.

-Bueno, sí.

-¿Ya te vas? Necesito ir a comprar algunas cosas.

-Sí, también saldré, puedo llevarte.

Esta se cruza de brazos. –No tranquilo, no quiero que tu novia se sienta celosa.

Mierda.

Paso por delante de ella.

-Alex por cierto.

La miro con atención.

-No vuelvas a besarme jamás en tu vida.

Solo puedo decir mierda.

Intense.Where stories live. Discover now