III

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Del día que nos conocimos hasta hoy... y nuestro futuro.


Era el último fin de semana antes del inicio de clases, la mayor parte del personal se encontraba en junta para repartir horarios, revisar sus planes de plantilla y una que otra noticia nueva.

Esta era la razón del porque un pequeño Harry Potter vagaba por los pasillos solitarios del castillo: el niño no era muy apreciativo a estar solo o lejos de sus protectores por mucho tiempo. Siempre tenía esa sensación de vacío, como si algo le faltara, cosa que disminuía un poco en presencia de otra persona. Ahora se preguntaba si valía la pena seguir sus instintos y miedos, caminar desde el segundo piso a la oficina del director en el séptimo piso no era tarea fácil, más cuando solo tienes cinco y desconoces el camino.

Miro a su alrededor en la espera de encontrar algún maestro, para su desdicha la fortuna no estaba de su lado. Gimoteando un poco e hincándose en medio del pasillo con la esperanza de que su llanto llamara la atención de quien sea, incluso del desagradable conserje.

—No quiero estar solo...



Claro, eso fue minutos antes.

Ahora Harry se encontraba alucinando con el increíble sabor de las galletas achocolatadas. Si anteriormente se encontraba llorando y solo, no lo recordaba, porque en ese momento estaba comiendo las mejores galletas del mundo, "Pero mama no tiene que saber eso" pensó.

Miro nuevamente a su Salvador oscuro, el hombre tenía una conversación por flu manteniendo la expresión seria y severa. A comparación de la primera impresión, el hombre era realmente agradable. 

Harry toco su pecho comprobando la ligereza que sentía, Severus no era una persona normal. "La sensación es pequeña, pero está ahí.", sus ojos brillaron ante su afirmación.

Comió otra galleta a la espera del fin de esa llamada; quería seguir hablando con él, o mejor dicho preguntándole cosas. Poco después de su encuentro fue llevado a las habitaciones del hombre, se presentaron formalmente y le preparo esas deliciosas galletas. Con la confianza de no estar en peligro comenzó el interrogatorio que cualquiera tiene con un nuevo amigo; con la décima pregunta se avergonzó al pensar que estaba siendo una molestia, disculpándose inmediatamente, a lo cual el mayor comento que podía preguntar cuanto quisiera y así llego una oleada de muchas preguntas.

—El director dijo que le comunicará a tu madre que estas aquí, no tardara mucho —comento sentándose frente al niño. Hubiera preferido llamar aun elfo doméstico, pero ignoraba cuales seguían trabajando y quienes eran nuevos. Ni siquiera estuvo el suficiente tiempo en la junta para la asignación de su elfo personal.

—Mama no estará muy contenta... —susurro Harry asustado, a punto de vivir el infierno. No lo culpaba, Lily era de temer enojada. Reprimió el impulso de gemir al caer en cuenta que él se llevaría la peor parte de todo esto.

—Ten por seguro que nos colgara a ambos —confirmo los temores del niño quien chillo y abrió alarmando los ojos. Sonrío ante la reacción provocada. Parecía un muy mal chiste estar de esa forma tan cómoda con el mocoso de Potter y Lily, y se preguntó porque no estaba odiándolo y torturándolo. "Tus problemas con sus padres no son su culpa. Él no es ellos", se reprendió mentalmente.

—¿Realmente estudio con mis padres? ¿Cómo eran ellos en la escuela? —estaba realmente alucinando al conocer a otra persona que estudio con sus padres, podría ser pequeño, pero no era ingenuo. Sus padres no le contaban todo, ni siquiera Sirius rebelaba mucho de sus travesuras y Remus parecía no querer hablar mucho de temas que no involucraban los estudios.

Del día que nos conocimos hasta hoy... y nuestro futuro.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα