II

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Del día que nos conocimos hasta hoy... y nuestro futuro.


No tenía idea de que se le había metido a la cabeza, cuando decidió regresar a Inglaterra y aceptar el empleo que le venía ofreciendo Albus desde hace tres años; al final tanta insistencia funcionó. Y hoy, a un día del inicio de clases, con sus pertenencias perfectamente acomodadas en sus habitaciones, era presentado como el nuevo profesor de DCAO.

—¡¡Maldición!! No esperaba que me recibiera con los brazos abiertos, pero ¿Armar semejante alboroto? —frustrado restregó sus manos en su cara en un intento de deshacerse del picor que amenazaba en sus ojos.

La reunión había comenzado viento en popa, con saludos y bienvenidas. En cuanto el tiempo avanzaba el ceño fruncido de la que una vez fue una gran amiga se marcaba más. Debió saberlo. Ella no había aceptado sus disculpas y encima con las nuevas amistades adquiridas dentro de su casa, formaron los cimientos del final de una larga amistad, una que creía sólida. Lo admitía, estar con esos puristas de sangre no fue de sus mejores ideas, pero si necesarias, o eso creyó.

La aceptación de su casa solo lo guío de una mala decisión a otra, la perdida de Lily lo llevo a la pérdida de su madre unos meses después, las vacaciones que decidió no ir a casa. De no ser por Regulus e increíblemente también Lucius, hubiera terminado en Azkaban: intentar matar a su padre al puro estilo muggel fue otro error agregado. Devastado, solo y vulnerable, sin nada por lo que realmente vivir; no vio otra solución que entregar su lealtad a un maniático que al menos le daría una utilidad antes de morir.

Afortunadamente para él la motivación de seguir lo golpeo en la cara, no precisamente porque la atolondrada lechuza se estrelló en su rostro, no, el verdadero golpe llego cundo leyó la carta que esta traía: una carta de su madre. Incrédulo leyó la carta en ese momento para terminar llorando en medio del desayuno.

Eileen Prince no era conocida por pensar muy a futuro o planificar sus pasos, pudo ser un prodigio en pociones y encantamientos, pero sus impulsos y despreocupaciones difería mucho de ser una Slytherin. No, ella no era de pensar a futuro, ni siquiera esa ves que decidió abandonar a Tobias y rogar perdón a sus padres, su mala planeación los llevo a hacer encontrados en apenas dos días por el hombre, terminando en cama una semana completa con Severus encerrado y golpeado en su habitación.

Pero esa carta era otra cosa: tenía el testamento de su madre; pidiendo perdón por no ser una mejor madre y protectora, rogaba que él no fuera como ella, que fuera más sensato y sobre todo analítico con sus decisiones. De alguna manera su madre consiguió ahorrar lo suficiente para sus últimos años de escuela. Adjuntada venia el de sus abuelos que, a pesar de desheredar a Eileen, le dejaban todo por ser el último Prince, junto con la recomendación a un viejo amigo de la familia para realizar sus estudios avanzados en pociones; no imaginó como ellos sabrían que pensaba estudiar pociones aun nivel avanzado.

De pronto la noticia lo dejo estático, de no tener nada pasaba a tener mucho, material en su mayoría, pero el deseo de su madre era suficiente para exigirse más. Lloro, lloro sin importarle quien lo viera.

Poco después le comunico al director que adelantaría sus exámenes para irse a Estados Unidos, desechando lo poco que Inglaterra le ofrecía y olvidando todo lo que le quito. Las cosas fueron más difíciles de lo que imagino, tomar la responsabilidad de ser Lord Prince y manejar los negocios de sus difuntos abuelos, sumado a su nueva pasantía y la oportunidad de tomar otra. Se vio frustrado y reprimido; recordando a su madre en múltiples ocasiones, a Lily con la que ya no contaba; entonces se dio cuenta que no podría hacerlo solo. Tomo terapia.

Su terapeuta fue muy sincera con él, dejando en claro que había ciertas cosas que no superaría sin enfrentarlas cara a cara. Su padre y los merodeadores fue relativamente fácil, aun les guardaba una cantidad considerable de rencor, pero no lo suficiente como para maldecirlos apenas los viera. Pero Lily... era punto y aparte; entendía que desde un inicio no fueron los mejores amigos como él creía, hubo ocasiones en las que Petunia se preocupó más cada que tenía que regresar a su casa que Lily. Podía "odiar a los fenómenos" pero no era inhumana.

En terapia recordó momentos en los que Lily se burlaba y reía con las jugarretas de los merodeadores, sus comentarios despectivos cuando él no hacia lo que ella quería, le gustaran cosas que vira desagradables o la falta de cuidado personal.

Lily no fue la amiga ejemplar que él tenía en un pedestal, aun así, la apreciaba por ser la primera persona en estar junto a él y quedarse por un tiempo considerable; pero ahora, lo acusaba de ser un Mortífago cobarde que nunca dio la cara durante la guerra y que huyo en cuanto tuvo la oportunidad.

Su rescate ante las miradas sorprendidas y dudosas llego del mismo director, quien tras una breve aclaración desestimo todo comentario de la pelirroja remarcando el antebrazo libre de marca o rastro de ella. Bendecía la llegada de esa carta antes de que tomara la marca.

—Ciega más allá de sus narices —suspiro por tercera vez, la idea de recuperar o al menos quedar en buenos términos desapareció, enterró cualquier rastro de flaqueza y continuó su camino. Decidido a dormir el resto del día giro por un pasillo. Pocos pasos después se vio deteniéndose abruptamente, ahí en medio un niño pequeño sollozaba.

Vacilante se acercó para sacudirlo un poco logrando llamar su atención, pero nada lo preparo para lo que vería después—. P-potter... —era la viva imagen del odioso de Potter, pero a la vez tan diferente. Los ojos brillantes por el llanto lo miraron con curiosidad y gran alivio. "Los ojos de Lily..." pensó, desechando la idea en el instante que el niño alzo más la cara, no eran los ojos de su antigua amiga, en esencia podría parecerlo. "Jade", era la palabra que su mente encontró para describirlos, en ellos el verde peleaba en distintas tonalidades con el café y azul bailando al fondo.

El sonido de sorber la nariz, producto del pequeño lo atrajo a la realidad —¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar en las habitaciones de tu mamá?

—Estaba buscándola, tardo más de lo que dijo que haría —contestó entre cortado. Por un instante pensó que el niño era un llorón y mimado como solo los Potter podrían; la mueca en su rostro de molestia y desagrado no pasó desapercibida—. Es que no soporto estar solo... —murmuro en un intento de escusarse, rebelando lo que para él era el secreto más grande del mundo.

Severus se sintió terrible al ver que el niño enrojecía de vergüenza y del inminente llanto que comenzaba a brotar nuevamente de sus ojos— A mí tampoco me gusta la soledad —rebelo. El niño volvió a levantar la cabeza, no creyendo las palabras del adulto—. Te llevare con... mhg en realidad no sé dónde está tu madre en este instante. ¿Te importa si te hago compañía en lo que consigo saber su paradero? —ni siquiera él fue capaz de comprender de donde vino la confesión como la propuesta, pero no se retractó cuando, el mini Potter le sonrió y asintió efusivamente.

Del día que nos conocimos hasta hoy... y nuestro futuro.Where stories live. Discover now