Parte Sin Título 28

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—Vamos, Cate, que es hora de levantar. Tienes escuela.

Por tercera vez, tuve que moverla.

—No quiero, dije.

Me habló agresiva y tapándose hasta la cabeza.

 —Dime ¿qué es lo que ocurre, por qué no quieres ir a la escuela?.

Se destapó y fijó sus celestes ojos en mí.

—Mami, nadie me quiere en esa horrorosa escuela; y yo no quiero a nadie tampoco.

finalizó con los ojitos acuosos.

—Ay, nena, ¿Cómo es eso?. Sabes que puedes hablar conmigo, soy tu madre y siempre contaras con mi apoyo incondicional...

Me miraba atenta, rodó una  lágrima por su roja mejilla. Por dios, es solo una niña...

—Mami, mis compañeros se burlan de mí... me dicen sabelotodo. Y si cometo un eror al hablar, se ríen por días de mi. 

Sorbió su nariz

—No me gusta esa escuela, mami. Llevame a la tuya, por favor. Me portaré bien, lo prometo.

suplicó.

—Se dice error, cielo. No está mal equivocarse, y se  burlan porque no tienen nada productivo que hacer y porque están celosos de tus conocimientos.

—Si no es tu escuela, no quiero ir a la mía, tampoco a una extraña.

—pero tienes que ir a una y aprender.

—No tengo que aprender nada. Ya sé todo.

Habló muy segura de sí.

Dudé.

—Mmmh... entonces sabes lo que es parascevedecatriafobia.

—Sí, mami. Es el miedo al viernes 13.

 —¿Y el hipopotomonstrosesquipedaliofobia.?

Quedó dudando. Sonreí victoriosa.

—¿Miedo a los hipopótamos?

Su cara fue tan graciosa que me aguante la risa.

—Nooo...

—Entonces a los monstruos.

—Tampoco. Ahora, arriba que tienes que ir a aprender.

—Perooo... Mamiiii.

—Nada de peros y a la ducha.

Con pereza y cara refunfuñosa se fue a bañar.

 Ubique la mesa, mi mamá ya no estaba en casa. Bebí un sorbo de mi café mientras esperaba a Cate. Revisé mi celular y ya estaban escribiendo en el grupo. Grupo de mierda, se quejan por todo.  Me reprendo mentalmente por la grosería que acabo de pensar.

  Tenía las cosas de Cate y las mías ya ubicadas como para salir, solo faltaba que la niña desayune.

—Máa, ¿Me haces una coleta?.

 Asiento, arreglo su cabello a gusto poniéndole un moñito verde.

—Toda una princesa, desayuna que el carruaje la espera.

—¿Me vas a decir qué pasa?

—No tengo porqué hacerlo.

Eleve el mentón empoderada e ingresé a la universidad, ya conocida por mis pies.

—Deja de seguirme, Nancy. No estoy jugando.

—No te estoy siguiendo, Poten, la uni es de todos.

—Yah... pero pareces mi guardaespaldas. No lo necesito, gracias.  

Aceleré mis pasos hasta el auditorio. Me recibe Matt levantándome la mano como vieja loca.

—Hola, mi pelirroja favorita.

—Seguro que a la única que conoces también.

—Corta la agresividad, fiera.

—No me digas que hacer.

Achina sus ojos y me ve con sospecha.

—Cuenta al tío Matt eso que te atormenta, hija.

—No me quedó claro, ¿Tío o padre?.

—Lo que raye.

me reí de sus ocurrencias y sentí destensar mis hombros.

—Gracias.

Hablé sincera.

—No hay porque, sabes que siempre me tendrás. Y, por si no lo sabías, ya te dije.

—Matt... yo...

—¿La pequeña Cat, no?.

—Yo... ¿Tú cómo lo sabes?

—Soy muy observador. Lo siento. También chismoso.

—Entonces...

—Sí, también noté que la Argentina te tiene ganas.

—Eso me tienen todos.

—Ay, la humildad.

—Como escencia principal.

Me golpea el hombro riendo.
La verdad, estoy muy agradecida con la vida que, a pesar de todo, mi vida empieza a acomodarse. Por fin puedo respirar el aire (aunque contaminado) tranquilamente. Hay personas que me cuidan y que me cuidarán.

Enamorada De Mi Profesora De La Universidad.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu