Capítulo 1 : -Y ASÍ EMPEZÓ TODO.-

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  • Dedicado a Anass
                                    

Era una pacífica mañana de Abril, el sol brillaba en lo alto del cielo y una agradable brisa soplaba meciendo las primeras flores del mes. A las a fueras de la ciudad se encontraba una fábrica abandonada y carcomida por el tiempo, la pintura estaba descorchada y apenas quedaba un cristal intacto. En el techo había un gran tragaluz por donde entraban los rayos del sol haciendo a sí una bonita visión del panorama. Por lo menos  contaba con unos cimientos sólidos aunque oxidados con el paso de los años. Por afuera el estado  era más lamentable, apenas había rastro del color del que un día fue.

Y ahí dentro, en ese lugar tan muerto aparentemente estaba él, un adolescente alto, de pelo negro y ojos grises. Sentado en las escaleras oxidadas, con la mirada perdida en algún punto indefinido de la nave vacía. Tras soltar un largo y profundo suspiro sacó de su sudadera azul un paquete de tabaco, -“Chester Field” -se dijo a si mismo en voz alta sabiendo que nadie lo escuchaba, acto seguido mirando fijamente el paquete de tabaco sacó un cigarrillo y se lo colocó en los labios. Del bolsillo opuesto del que sacó el tabaco buscó el mechero, nada mas encontrarlo le dio a la ruleta, pero mala suerte, la piedra estaba gastada. El muchacho frunció el ceño  “MENUDA PUTA MIEERDA” pensó él apretando con fuerza el mechero.

-¡A TOMAR POR CULO! – nada más decir esto lanzó con fuerza el mechero a la otra punta de la vivienda industrial abandonada, “PUM”  sonó en cuanto  tomó contacto con el suelo, el gas del mechero estalló retumbando por la estancia vacía.

Aquel chico estaba muy agobiado, sus padres no hacían más que recordarle que tenía que estudiar mucho para llegar hacer algo importante, como si no lo supiera ya. Y eso hacía, no bajaba del sobresaliente, ¿Qué más querían sus padres? Pensaba él, arto de frustración, mamá y papá quieren que sea médico y él es feliz simplemente saliendo a la calle. Odia estar encerrado entre cuatro paredes esclavizado por los libros que ya se sabe de memoria, le gusta aprender pero quiere vivir, vivir su vida no la que quieren para él.

Quizás por eso estaba en ese lugar tan alejado de la ciudad. Solo respirando el aire fresco, en un sitio donde a sus padres no se les ocurriría buscar, cansado de esconderse para echarse un “jodido cigarrillo” para escuchar música con la que se identificaba y la disfrutaba y la que claramente no le dejan escuchar ya que supuestamente era “ruido”. Tuvo que dejar de lado su infancia para comportarse como un adulto, llevando el peso de complacer los sueños de sus padres a la espalda teniendo que abandonar a sí los suyos. Él quiere  ser Dj y eso jamás lo entenderían sus conservadores progenitores. Su madre Trabaja en un buffet de abogados y el padre  es médico al igual que sus antecesores, la tradición le atrapa en un circulo vicioso del que no puede salir. ¿Qué hacer contra algo en lo que no tienes ni voz ni voto? Se preguntaba él todas las noches.

De pie, tras explotar el mechero, sentía que una rabia, angustia, algo rebotaba en su pecho, no debería haber pensado tanto, ¡Aire, aire necesita aire! Y ese fue su segundo ataque de ansiedad. Esta vez no sabía que hacer, se apoyó en la pared, pero no aguantaba, sus desenfrenados esfuerzos por respirar resultaban en balde, con paso torpe se dirigió a la puerta,  pero esta estaba atrancada.  En esos momentos su mente le jugó una mala pasada dando paso al pánico y eso le producía mas ansiedad aún, debía actuar rápido. Miró fijamente la puerta y con el poco sentido común que le quedaba en esos instantes estiró la pierna y goleó de un toque seco y certero haciendo ceder la puerta atascada, balanceándose hacía los lados y agarrándose con fuerza el pecho, salió de la nave notando el cambio de luz al salir a fuera.  Le dio tiempo a dar unos  cinco pasos a través del campo de tulipanes que rodeaba el edificio, antes de caer desplomado en la hierva boca arriba, luchando por inflar sus pulmones de aire notando un gran dolor punzante en su pecho, con los ojos nublados. Intentaba gritar, pedir auxilio pero ni una sola palabra conseguía salir de su garganta, sin poder evitarlo sus ojos se inundaron de lágrimas resignadas. “Hasta aquí he llegado” Pensó en su cabeza cerrando lentamente los ojos. El sol arriba bien arriba en lo alto del cielo le deslumbraba, creyó inútil seguir luchando contra esa situación, cegado por los rayos solares y la cálida brisa sobre un colchón de tulipanes aceptó que le parecía una buena forma de acabar sus días.

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