XXXI. Negociaciones de último minuto

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"Entonces, todo depende de convencer a Anders y a William", habla Gonzalo con su voz profunda. "Y una vez que la presidencia del directorio esté en nuestras manos, podremos por fin hacer todo lo que hemos estado esperando"

"No", le interrumpo. "Para poder voltear a Joseph y a William vamos a tener que hacer compromisos. Eso va a implicar llevar la fiesta en paz"

Gonzalo mira a Largo, quien a su vez mira a Coco.

"Una crisis como ésta es una oportunidad", interviene Coco. Ella tiene una voz dulce, la cual hace contraste con la dureza de lo que dice. "Supongo que entenderás que estemos tratando de empujar nuestra agenda. El Grupo De la Cruz ha estado demasiado tiempo pasivo, dormido en sus laureles. Es tiempo de que nos expandamos"

"Estoy abierto a tener la discusión", le digo. "Pero tenemos que hacerlo con prudencia"

"Eso es suficiente para nosotros", le interrumpe Largo. Coco iba a decir algo, pero se lo guarda. Largo entonces se dirige a mí. "¿Cuál sería el siguiente paso, entonces?"

"Primero debo ir a hablar con los Anders", les digo. "Debo convencerlos de que hagan un frente unido con nosotros"

"Todo eso está muy bonito, pero la votación ya fue", dice Robin Alba, sentado en una esquina con su casaca larga de cuerina negra.

"Yo soy el secretario del directorio", le informa Largo. "Yo puedo convocar a una reunión nueva por una emergencia. Pero no puedo repetir una votación. Tendríamos que encontrar algo más que debatir que no sea lo que ya decidimos"

"Tú convoca nuevamente al directorio para dentro de una hora", le digo. "Ya pensaré en algo"

No digo más. Saco el celular de Spaz y reviso si tengo llamadas perdidas o mensajes pendientes. Solo uno de Bert que me anuncia que ya todo está en posición. Camino a la puerta de la casa de Largo. Antes de salir noto que Coco está a mi costado. Me ha seguido sigilosamente como solo un vampiro puede hacerlo.

"Voy a ir contigo", me dice. "Vas a necesitar la protección"

"Si quieres vigilar las negociaciones para asegurarte de que no los traicione, puedes venir con confianza", le digo abriendo la puerta a la calle y revelando lo que me espera ahí afuera. "Pero protección no necesito"

Ahí están parados los cinco mercenarios que Bert ha mandado a cubrirme.

Coco al verlos duda si salir de la casa. No la culpo.

Los cinco están con rifles y con mochilas y estuches alrededor. Con gafas, gorras y botas militares. Pistolas y cuchillas colgándoles de estuches en sus cinturones. Sonrientes. Estos mercenarios van a disfrutar las siguientes dos horas de su vida. O eso creen, por lo menos.

Estos tipos se han entrenado en las calles, en el campo. Estos han aprendido a matar vampiros matando vampiros. Nuestros agentes entrenan en gimnasios y locales especiales que tenemos construidos para ese fin específico, pero muy pocos de ellos han visto acción aquí afuera. No estos mercenarios. Estos son el artículo genuino.

Al que los está liderando lo conozco bien. Le dicen Drakken. No sé cuál es su verdadero nombre y no creo que él quiera revelarlo al mundo por el momento.

"Buenas noches, señor Martin", me saluda sonriendo. Es una sonrisa que no entra en su cara. Es una sonrisa que no llega a expresar por restricciones físicas toda la felicidad que este mercenario siente. "Esperamos sus órdenes"

"Excelente", le digo bajando las escaleras a la calle. No cierro la puerta. Espero que Coco me siga y lo haga ella. "Nos dirigimos a la casa de Joseph Anders"

"Ponce", Drakken se voltea hacia uno de sus soldados. Éste tiene unos cuantos cables dándole vueltas. "Danos la ruta óptima"

"Por supuesto", responde el tal Ponce, que saca de alguno de sus bolsillos un artefacto que parece un teléfono celular pero que es mucho más complejo que eso. Lo manipula un instante y luego le responde a su líder. "La mejor ruta tiene en el camino dos vampiros no identificados"

"Excelente", le responde Drakken. "Indica el camino"

"¿Cómo saben que hay vampiros en esa ruta?", me pregunta Coco parándose junto a mí.

"Drones", le respondo.

Ponce avanza con su rifle colgando del hombre. Con una mano en su aparato y la otra en un revolver potente. Junto a él va Drakken.

Nos indican que nosotros dos vayamos detrás de ellos. Al final van los otros tres mercenarios. Mientras avanzamos saco mi celular y llamo a mi oficina. Responde Isabela.

"Señor", me dice. "Hace un momento llegó el señor Kozlov. Está golpeado y tiene la ropa con sangre. Vino escoltado de dos hombres de Mercnet. Dicen que usted los contrató"

"¿Sólo dos?", pregunto sorprendido. ¿Fue eso todo lo que tomó para rescatar a Dante del sótano en el que lo tenían prisionero?

Estos tipos son buenos. Mucho mejores que los míos.

"Pásame con Dante", le ordeno a Isabela. No tengo tiempo para estar perdiendo.

Espero un par de segundos y escucho la familiar voz de mi amigo de infancia.

"¿Erwin? ¿Qué carajo te pasa? ¿Me mandaste raptar?"

"Bueno, sí. Pero luego mandé dos mercenarios a que te rescaten"

"¿Dos? ¿Eso es todo?", Dante se escucha molesto.

"¡Pero fue suficiente!", y entonces recuerdo por qué no habíamos incluido a Dante en los planes en un inicio.

Los vampiros de la calle AbastosWhere stories live. Discover now