Hay esperanzas.

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Cuando llegué a Birmingham, mi hermana y mi cuñado me esperaban.

—Hola —dije abrazando a Jessica. Luego saludé a Charles. —¿Y Lucas? —pregunté.

—Está en casa de mamá —contestó Jessica con su dulce voz.—¿Vamos?

Charles se ofreció a llevar mis maletas. Subimos al auto.

—Te quedarás en nuestra casa —sentenció mi hermana.

—No se molesten, buscaré un hotel...

Mi hermana bufó y se volteó hacia mi.

—No es molestia. Te quedaras en el cuarto de invitados —ordenó. —Tenemos bastante espacio en casa.

—Sabes que no se le puede ganar a tu hermana —bromeó Charles.

Yo reí y tuve que aceptar. Era cierto, Jessica era muy cerrada y si ella decía algo se tenía que hacer como ella lo había dicho, obviamente, ella nunca mandaría a hacer algo que te perjudicara.

—Cariño, primero vamos a casa de mis padres a buscar a Lucas y así Caroline los pasa a saludar.

Bajamos en casa de mis padres. Golpeamos y papá y Lucas nos abrieron la puerta. Saludé a mi padre con un fuerte abrazo y luego estiré mis brazos para tomar a Lucas, él sin pensarlo se lanzó a mí y me abrazó.

—¿Cómo está el niño más lindo? —dije mientras lo llenaba de besos y cosquillas, él reía fuertemente. —Cada día más lindo este niño —dije dándole un sonoro beso en la mejilla. —Ve con tu mamá.

Él se lanzó a sus brazos.

—Vamos a buscar tus cosas —dijo mi hermana llevándoselo hasta el salón.

—¿Y mamá? —le pregunté a mi padre.

—Está por llegar...—Mi padre sonrió débilmente.

—¿Dónde anda?

—En el hospital. ¿Quieres beber algo?—Cambió de tema y se fue a la cocina.

Yo lo seguí.

—¿Por qué hasta tan tarde en el hospital? —pregunté. Mi padre agachó la mirada y suspiró. Supuse que se trataba de mi hermana, algo iba mal —¿Julie...?

—Ha empeorado...—dijo aún cabizbajo mi padre.

Sentí como se formaba ese nudo en mi garganta, como mi mundo se derrumbaba y apareció un gran dolor en mi pecho. Tomé aire.

—¿Por qué no me avisaron antes? —pregunté con un hilo de voz.

—No queríamos alarmarte. Sabemos lo mal que te pones con todo esto y a veces sólo son pequeñas decaídas...

—¿Y esta vez? ¿Es sólo una pequeña decaída? —interrumpí.

Mi padre me miró con los ojos llorosos y negó con la cabeza.

—No lo sabemos. Ha durado más que otras. —Llevó sus manos a su cara y comenzó a llorar.

Lo abracé. Mi padre daba grandes sollozos. Yo lo intentaba calmar e intentaba retener mis lágrimas.

—Papá has visto...—Jessica entró a la cocina, vio la escena y guardó silencio. Me miró con pena.

Mi padre se limpió las lágrimas. Jessica se acercó y lo abrazó.

Sentimos la puerta abrirse. Y luego unos pasos que se dirigieron a la cocina. Era mi madre, se veía agotada.

—¡Caroline! —dijo con una sonrisa. Se acercó y me abrazó.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora