☣CAPÍTULO 11☣

54 6 0
                                    

❖

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



         Camino enfurruñada delante de él, a varios metros de distancia. Después de un rato él había desistido de intentar hablarme y se limitaba a seguirme en silencio. Pero la verdad es que no sé a dónde me dirigía y, tras casi una hora de andar en línea recta, finalmente me detuve, azorada. Frente a mí se extiende una carretera desértica y bordeada de arena.

         Mientras escucho sus pasos lentos detrás de mí, recuerdo sus palabras de antes.

         "Jared Akhlam era el hijo de Yatlax, un hombre sumamente poderoso y vengativo. Su hijo era un pedazo de imbécil, pero era su único descendiente. Nadie le podía tocar un pelo y tenía mil hombres a su disposición. Y tú lo has matado con una navaja."

         Y se partía de risa. Está loco. ¡Mi vida estaba en peligro ahora y él se reía!

         Lo escucho detenerse a unos centímetros de mí y sé que me observa en silencio. Suspiro, agotada.

         —¿Qué va a pasar ahora? —pregunto con resignación—. ¿Van a venir por mí? ¿Me matarán? ¿Debo resignarme a la idea?

         —Nadie te tocará mientras estés conmigo.

         —Nada de esto estaría pasando si no te hubieras ido —me rio con ironía, girándome por fin—. Antes decías que era más seguro estar lejos de ti, y ahora es todo lo contrario. Cómo cambian las cosas de un momento a otro.

         Se cruza de brazos, malhumorado, pero yo lo imito porque me siento igual de sulfurada que él.

         —Nada de esto hubiera pasado si no nos hubiéramos cruzado en primer lugar —dice con hastío.

         —Si no nos hubiéramos cruzado no estarías vivo, idiota —le suelto con rabia, pero luego me encojo, reflexionando—. Ni yo tampoco...

         Aquella idea me deja absorta. Ese día fue una extraña coincidencia la que nos llevó a conocernos, pero... De no habernos encontrado, ¿estaríamos vivos ahora?

         Lo miro pensativa y tengo la impresión de que él reflexiona sobre lo mismo. Su mirada es dura, pero parece haber un destello de compasión en ella.

         —No sirve de nada pensar en eso. Tú estás en peligro y yo voy a protegerte. No hay más que discutir.

         Se da media vuelta y se aleja en sentido contrario. Me quedo atontada, observándolo unos segundos y luego corro detrás suya.

         —¡Oye, para querer protegerme no te esfuerzas demasiado! —le reclamo, acoplándome a su paso.

         Me toma por sorpresa una ligera risa que se escapa de sus labios.

HOSPEDANTES ©Where stories live. Discover now