- Mañana hay un baile en honor a la princesa Wifantere.

- ¿Esta confirmada la alianza entre las naciones?

- Aún no lo sé con exactitud. Pero si no es así, estoy seguro que pronto lo harán.

- Si hay un baile para unir ambos reinos, muy probablemente asistirán los reyes. - Digo más para mi que para él.

- Sería una muy buena oportunidad para alcanzar su plan, majestad. - Apoya Russo.

Necesito conocer los detalles del evento sin que los Denavritz sepan que estoy al tanto y Lerentia Wifantere será mi informante predilecta en esta ocasión.

Luego de hablar con el barón y obtener la hora exacta del baile, decido viajar hasta Cristeners con la excusa de visitar a la mujer que cree roba toda mi atención.

- Debes pensar con cabeza fría lo que harás. - Pide Francis mientras camino a la salida, una vez que Russo se marchó.

- No hay nada que pensar. - Respondo emocionado. - Mañana estarán los Denavritz y podré acabar con ellos de una vez.

- No permitas que la emoción te sobrepase.

- No lo hará, Francis. - Aseguro confiado. - Recuerda mi lema. Siempre medido y meticuloso.

Él asiente mientras sopesa mis palabras. Sé que me entiende y sabe lo importante que es esto para mi.

- Tienes una oportunidad, no la desaproveches.

Salgo del palacio dispuesto a no perder el tiempo y tomo el avión que me lleva directo a Cristeners. El viaje resulta desagradable ante los altos niveles de ansiedad que me embargan.

Al llegar al palacio de los Wifantere, paso directamente al lugar donde me espera Lerentia. Su habitación.

Me siento realmente incomodo por pasearme en su alcoba de paredes cromadas, alfombras muidas y decoraciones en plata.

Ella se encuentra recostada en la cama con una bata de seda gris atada a su cintura. ¿Acaso vine muy temprano?

- ¿No te habías despertado? - Pregunto ante sus fachas.

- ¿Era necesario arreglarme para verte?

Odio que me respondan con otra pregunta, me parece una real falta de respeto pero aún así intento mantener mi enojo controlado para poder sacar la información que necesito sin problema.

- Seré breve. - Revelo, dispuesto a salir de este lugar con prontitud.

- Odio las visitas rápidas. - Espeta, incorporándose. - Al menos tomemos té.

- No me gusta el té, pero supongo que puedo acompañarte en la cama.

Su mirada de asombro no pasa desapercibida ante mis ojos dada mi reticencia por estar tan cerca.

Me siento en el borde de la cama mientras ella se acomoda a mi lado, sin poder creer aún lo que estoy haciendo.

- Me gusta tanto verte. - Susurra con nerviosismo. - Tus visitas siempre alegran mi día.

- Me alegra saberlo. - Respondo con poco ánimo. - Me han contado que visitaste Mishnock.

- ¿Eso te causa conflicto? - Pregunta con una sonrisa de superioridad ante lo que cree que me molesta.

- ¿Debería ponerme celoso? - Cuestiono, siguiendo su juego.

- No tienes por qué, allí no hay nada que me haga cambiarte.

- Aún así desde que lo supe, no he podido quitarme una duda de la cabeza.

- Espero poder aclararla. - Dice complaciente.

El corazón del Rey. [Rey 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora