—¡Mía! —sisea Carah.

—¡No, no, cállense ustedes, estoy harta, solo están aquí llorando y pensando y quietos en su lugar mientras afuera pueden estar asesinando gente! ¿En serio quieren permanecer así por el resto de...?

—Mía, te lo ruego, baja la voz —suplica Carah.

—¡Es la única forma que tengo para que me escuchen! —insisto—. ¡Ahora me van a decir si van a seguir aplastados aquí como idiotas o van a seguirme y salir de aquí!

—Mía —dice Tyler—. Lo haremos. Saldremos de aquí. Iremos con Lena y los otros, y lo haremos ahora. Pero por favor... baja la voz.

Respiro con pesadez y asiento.

—Gracias —dice Tyler.

—¿Y bien? —digo—. ¿Qué sabemos?

—Sabemos que hay un maldito disparando a todo mundo —contesta Carah en tono amargo.

—¿Conocemos la razón? —volteo hacia el chico—. ¿Tyler?

—No que yo sepa. Solo me lo crucé en el aviario.

—¿Qué fue exactamente lo que hizo ahí?

—Bueno, él...

Lo piensa por un momento, como si no lo recordara, ¿qué tan difícil puede ser recordar algo que le pasó hace solo un rato? Una llamarada empieza a crecer en mi interior.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco...

—Él llegó, cubierto y todo. Forzó el candado de la puerta y entró a una jaula.

—¿Cuál de ellas?

—¿Eso importa?

—Necesitamos saber qué es lo que quiere, si sabemos por qué está aquí, entonces podremos estar alejados en su camino, y tal vez incluso hacer que se vaya —explico con impaciencia.

—Bueno, él forzó la más grande.

—¿La de los guacamayos?

—Esa misma.

—¿Y que hizo ahí? ¿Quería a alguna de las aves?

—Si eso quería, nunca lo demostró. Lo único que hizo fue mirar por la ventana del fondo antes de salir.

—¿En qué momento dices que... —no quiero sonar muy brusca. Estoy desesperada, pero no quiero ser insensible— él le disparó a Dan?

—Antes de que se asomara por la ventana. Dan y David salieron del depósito, Dave le gritó al pistolero y él le disparó a Dan.

—¿Sin decir nada?

—En absoluto.

—¿Y por qué a Danny?

—No creo que haya querido dispararle a Dan. De hecho, si a alguien hubiera querido disparar, hubiera sido a David. O al aire, para asustarlos. Eso nos dice que sea quien sea, no es un profesional, o tiene muy poca experiencia y no muy buena puntería de lejos.

Me siento más tranquila mientras Tyler responde a todas y cada una de mis preguntas sin poner objeción o preguntar alguna cosa adicional. Está completamente sometido a mi interrogatorio. Es inteligente. Sabe que eso controla mi histeria.

—Entonces entró al aviario, le disparó a Danny y luego se fue —recito.

—Así es —corrobora Tyler.

—No quería ningún ave, de lo contrario la hubiera atrapado —concluyo—. No es traficante ni nada. No fue a asesinar a ninguno de los dos chicos, no creo que sea un sicario. Si Dan y Dave no hubieran salido del depósito, no hubieran salido heridos.

Cuatro de agosto © [MEMORIAS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora