Hay un momento en el que te preguntas...
¿Estará bien lo que estoy haciendo? ¿Que consecuencias puede traer?
Ella lo pensó, pero aún así quiso arriesgarse.
Muchos hacen locuras por amor a alguien, lo que hizo ella fue cambiar totalmente.
Convertir...
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—¿Crees que Alfonso nos quiera ayudar? —pregunto dudosa. Porque realmente lo que le vamos a pedir supera todas las cosas en la que Alfonso nos ha seguido la corriente.
—Vas a ver que sí. Eres su adoración y aunque poco lo demuestre, él haría cualquier cosa por ti.
—Pero lo que le pediremos supera las cosas en las que Alfonso a hecho por mí.
—Confía nena, que con mi ayuda lo convenceremos.
Me recuesto en la cama, con la mirada en el techo pensando en las respuestas negativas que dará Alfonso.
—Tenemos que irnos.
—¿Irnos a dónde?
—A tu casa tonta. Ir a contarle a Alfonso lo que tienes planeado.
—¿Lo que tengo planeado? — Me levanto de la cama quedando sentada en ella. Mientras la miro seria. Al final acepté. Dani no acepta un no como respuesta.
—Bueno, lo que tenemos planeado, pero solo tu ejecutarás ese plan.
Me toma de la mano y salimos de su habitación.
Entramos a la cocina donde estaba Maribel.
—Mamá, iré a casa de Jordan.
—Está bien, Dani. ¿Vas a venir a almorzar?
—Almorzará en la casa Maribel.
—Bien niñas. —dice mientras acomoda las compras que hemos traído hace un rato. —No vuelvas tan tarde.
—Si mamá. —Dani se despide de ella con un beso.
—Hasta luego, Maribel. —Me despido de igual forma.
—Vayan con cuidado.
(***)
—¿Qué me están pidiendo, qué?
Al llegar Dani, le soltó toda la información, que apuesto que Alfonso no puede asimilar lo que le hemos pedido.
—¡Necesitamos tu ayuda, Alfonso! —dice Dani.
—Acaso están locas, señoritas. Me están pidiendo que cambie la identidad de una persona. —dirige su mirada hacia mí muy serio. Ahí supe que él no iba a aceptarlo. —La identidad de usted, señorita Jordan.
—No, no. Solo tendrías que cambiar el sexo de femenino a masculino. Su nombre no cambiará en lo absoluto, es perfecto para nuestro plan. —Dani interrumpe.
Alfonso da vueltas alrededor de toda la sala. Llevándose las manos a la cabeza. —¿Qué me están contando? ¡Por Dios! —hace una pausa, tratando de entender lo que le estamos pidiendo.
—No es nada difícil. —dice Dani. —Solo di que sí.
Estaba segura que Alfonso no iba apoyar una locura como esta.
