Capitulo 14 (final)

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CROW

CUANDO ME DI CUENTA DE QUE SE LA HABÍAN LLEVADO, ME ENTRÓ EL PÁNICO.

No tenía ni idea de hacia dónde se habían ido, ni de cómo seguirle el rastro. La habían sacado de casa como profesionales y habían desaparecido en la noche. No podía asumir más que Bones estaba detrás del ataque, pero aquello no era posible. Si se hubiera tratado de él, habría volado la casa y acabado conmigo mientras dormía.

Esto era obra de otra persona.

Cuando respiré por fin, estaba lo bastante calmado para meterme en mi mentalidad de soldado. Esto tenía una solución, y yo la iba a encontrar. Encontraría a Botón, aunque aquello fuese lo último que hiciera.

Nadie la separaría de mi lado.

Y entonces fue cuando me acordé el GPS que le había puesto en el tobillo.

No lo había mirado desde que había llegado aquí. No se había intentado escapar, ni tampoco extraérselo por su cuenta. Seguía implantado bajo su piel. Cuando ingresó en el hospital, los médicos habían preguntado por él, pero yo les había dicho que lo dejaran donde estaba.

Ahora podía rastrear su ubicación.

Estaba en Roma. Sus coordenadas se movían a un ritmo regular, lo cual me indicó que estaba en un coche. Bones vivía por la zona, por lo que ella estaba peligrosamente cerca de ser borrada del mapa para siempre.

Tenía que moverme deprisa.

FUI A TODA HOSTIA HASTA MI COCHE DEPORTIVO Y LLEGUÉ A ROMA EN tiempo récord. Por el camino, llamé a Cane y le conté lo que había pasado.

—¿Se te colaron en casa? —gritó al otro lado de la línea.

—La cogieron y se largaron.

—Mierda puta.

—Casi he llegado a Roma. Avisa a los hombres y reúnete conmigo.

—Me pongo a ello. ¿Dónde está ella exactamente?

—No estoy seguro. La última vez que miré estaba a punto de entrar en la ciudad.

—Mantenme informado. —Colgó y la línea quedó en silencio.

Me salté todos los límites de velocidad y corté el paso a un montón de gente para llegar allí lo antes posible. Todo lo que tenía eran dos pistolas y el rifle, pero con aquello bastaría. Me cargaría a un centenar de hombres si era necesario.

Tenía que recuperarla.

Al llegar a Roma, volvió a comprobar sus coordenadas. Probablemente estuviera dirigiéndose hacia el sur, donde Bones tenía algunos cuarteles. Cuando la tuvieran allí, la trasladarían a un helicóptero y se la llevarían volando de allí antes de que yo pudiera intervenir. No tardarían más que unos minutos en encontrar el dispositivo de rastreo y extraerlo.

El punto había desaparecido del mapa.

Busqué por toda la rejilla de Roma, pero no vi su punto por ningún sitio. Su ubicación figuraba como no existente, aunque el transmisor seguía enviando una señal.

¿Dónde coño estaba?

Me hice a un lado de la carretera y continué buscando, sin entender qué estaba fallando. No estaba en Roma. De hecho, ni siquiera estaba en Italia. Cuando amplié el alcance del mapa, finalmente encontré el punto. Estaba sobre el Océano Atlántico, moviéndose con lentitud a través del agua.

¿Pero qué demonios?

Me llevó un momento entenderlo todo. La única explicación posible era que estuviera volando hacia el oeste, fuera de Italia. Sólo podía estar en un avión.

Se había escapado.

La observé alejarse volando y una sonrisa se formó en mis labios.

—Ánimo, Botón. —Una punzada de orgullo me atravesó el cuerpo. Se negaba en rotundo a volver a ser capturada, y cuando yo no había estado allí para salvarla, se había salvado a sí misma. Había utilizado aquel inteligente cerebro suyo para encontrar una solución a su problema.

Nunca había conocido a otra mujer como ella.

Contemplé el puntito alejarse volando mientras la devastación hacía presa de mi cuerpo. Se había ido de Italia sin mirar atrás. No había intentado contactar conmigo para decirme que estaba a salvo. En cuando había visto la libertad a su alcance, se había marchado.

Me había dejado atrás.

Mi instinto me decía que fuera tras ella, pero con eso no conseguiría nada. Ella ya no quería estar conmigo. Le había negado lo que ella deseaba, por lo que no habíamos logrado llegar a un entendimiento.

A lo mejor esto era lo mejor.

Cuando me imaginé volviendo a mi mansión en la Toscana, la depresión cayó sobre mí como una losa. Su olor no volvería a pegarse a mis sábanas. Los botones se quedarían en aquel frasco sobre su mesa, intactos y olvidados. Su cara no sería lo primero que veía por la mañana. Todas las pequeñas cosas que habían hecho mi vida agradable ahora habían desaparecido.

Se las había llevado con ella.

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⏰ Last updated: May 25, 2020 ⏰

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Botones y odioWhere stories live. Discover now