Capitulo 9

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PEARL

ME DOLÍA TODO.

Aunque habían pasado días desde que me operaran, me sentía débil. Mi cuerpo no funcionaba como solía hacer. La fuerza que una vez sentía en los músculos había desaparecido. Si hubiera tenido que defenderme, me avergonzaba admitir que no tenía ninguna posibilidad de vencer.

Así de rota estaba.

CANE HABÍA SIDO DESPIADADO. CUANDO EMPEZÓ, FUE IMPOSIBLE PARARLO. Se ensañó conmigo como si yo le hubiera hecho algo personalmente. Algo saltó en su mente, y me golpeó hasta casi matarme.

Cuando yo no había hecho nada para provocarle.

¿Qué obsesión tenía conmigo? Crow no me iba a devolver a Bones, así que ¿por qué seguía su hermano insistiendo en ello? ¿Qué había logrado con darme una paliza hasta dejarme inconsciente? ¿Tenía la intención de matarme? Sinceramente, había pensado que estaba muerta. Cuando abrí los ojos en la habitación del hospital, no podía creerme dónde estaba.

Una parte de mí deseaba estar muerta.

Me había encariñado de un hombre que disfrutaba haciéndome daño, mi propio novio me había vendido a una vida de esclavitud para pagar sus

deudas, un psicópata me había violado y nadie me estaba esperando en casa.

¿Qué sentido tenía?

Crow me llevó de vuelta a su mansión y me instaló en la habitación del balcón. Me llevó en brazos y me depositó en el sofá, que había dispuesto a la sombra. Al lado había una mesita llena de libros. En vez de ordenar a una de sus doncellas que me atendiera, se quedó a mi lado.

—¿Te puedo traer algo más? —Colocó el sillón junto a mí y se sentó. Llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta, pero se comportaba con una rigidez que daba la sensación de estar en una reunión. Estaba en ascuas cada segundo que pasábamos juntos.

—Estoy bien. —Cogí un libro y sentí tensión en el brazo al intentar levantarlo. Algo tan simple como levantar un libro encuadernado me costaba esfuerzo. Era patético. Había perdido toda mi fuerza en la lucha por sobrevivir, y ahora temía no recuperarla nunca.

Crow me ayudó.

—Volverá. —Entendía mejor que nadie cuánto me enorgullecía de mi capacidad para cuidar de mí misma. Ahora, estaba tan débil que tenía que confiar en otra persona para que me cuidase... algo que odiaba.

Abrí el libro y busqué la página en que me había quedado. Había leído un párrafo cuando sentí su intensa mirada sobre mí. Prácticamente me estaba quemando un agujero en un lado de la cara.

—Estoy perfectamente. —Volví la mirada hacia él, demostrándole que mi resolución no había flaqueado, aunque mi cuerpo se hubiera roto. Aquella fuerza seguía en mi interior.

Él bajó los ojos, con la vergüenza y la desesperación escritas en el rostro. No esgrimió una expresión estoica para ocultar sus pensamientos, como solía hacer. Permitió que brotasen como una inundación.

Yo todavía no me había mirado al espejo porque no quería ver los destrozos que había hecho Cane. Pero juzgando por la hinchazón de mi mejilla y de mis labios, todavía estaba llena de moratones. Los ojos me palpitaban y uno estaba parcialmente cerrado por los golpes. Podía ver mi cuerpo destrozado, y

sabía que mi cara haría juego con él.

Crow volvió la vista hacia el balcón y contempló los viñedos. Ya no me miraba fijamente, pero yo permanecía en su visión periférica. Inmóvil y en silencio como una estatua, permanecía a mi lado.

Botones y odioWhere stories live. Discover now