prólogo

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A media noche en una casa en la playa en la ciudad de cartagena, se encuentra una pareja discutiendo. Su pequeña hija de tan solo cuatro años escucha la estruendosa disputa debajo de su cama abrazando con todas sus fuerzas a su cachorra; una criollita pequeña muy comprensiva que deja que su mini ama la empape en lágrimas sin siquiera protestar.

Se escuchan cosas pesadas cayendo al suelo en el cuatro principal. E incluso llantos y golpes secos contra lo que espera la niña sean superficies y no alguno de sus papas. La cachorrita se remueve con los estruendos y gime por el susto, acomodándose en el regazo de la niña.

-No lloles sushena yo toy aquí.- Susurra la niña tratando de no llorar, por que le prometió al Tio Henry ser una princesa valiente y proteger a azucena.

Se escucha un grito de dolor y la niña no puede seguir conteniendo sus lágrimas, que de inmediato se escabullen de sus grandes ojos color gris pálido y empapan su hermosa carita digna de los retratos de ángeles que tiene el Tio henry en su apartamento.

-Te odio. No sabes cuanto daño me hace este matrimonio...- En el cuarto principal la madre que estaba gritando de dolor se desborda hecha una furia y arremete contra su marido que instantes antes le habia golpeado, tirándolo de inmediato contra el suelo. El se recupera de inmediato y antes de caer de nuevo le propina un manotazo a su esposa dejándole la cara ardiente. La joven continua llorando desconsoladamente.

-Tu no entiendes el daño que haces, solo piensas en ti mismo, el alcohol va a matarte y me llevaras contigo-. Dice la joven en medio de lloriqueos ahogados.

-No tengo problemas con el alcohol los tengo contigo!!- Grita el hombre parándose del suelo donde lo había dejado su mujer.

Lo cierto es que era un hombre muy grande y difícil de derribar, pero en alcohol tumbaba hasta a el mas fuerte. Sobrio pasaba por amable, pero borracho se convertía en una mierda de persona y he aquí la clase de guache que es capaz de gritar frente a su hija y golpear a la mujer que juro proteger frente al altar.

Ahogo un sollozo al ir recuperando la conciencia de sus actos y ver como esa joven dulce y hermosa que era su esposa estaba contra la pared cual animal acorralado esperando con un jarrón en la mano para golpearlo si se acercaba.

Sintió un poco de remordimiento, el cual se fue apenas pudo recordar que era lo que los tenia en esta horrorosa pelea y sonrió. Para el esa esa linda joven no era mas que una niña rica a la cual dejo embarazada por error, por lo cual sus padres lo obligaron a responder de forma noble para así no deshonrar a ninguna de las dos familias. Alguien que no lo complacía. No lo amaba y nunca dejaba ponerse un dedo encima cuando el quería. Definitivamente ella no era como su amante Yuyeimy, ella si estaba siempre disponible, solo era hacer una rápida llamada y listo.

-Yo te a... ama...amaba cuando eras un hombre honorable, no cuando te convertiste en esta bestia...- Zas¡¡¡ la cayo de un golpe seco en su boca, ella callo inconsciente sobre el agua y las piezas del jarrón que segundos antes habían caído de sus manos. El observo lo que había provocado y sin pizca de remordimiento, salio corriendo hacia la playa pregonando libertad y jurando por el cielo que al día siguiente correría a un juez y se divorciaría.

-Dios mio gracias por alejarme de esa arpia¡¡¡ No sabe amar a un hombre, no merece ser llamada mujer-. Gritaba el muy tarado- Yo merezco mucho mas que eso.

Sin saber que algún día se daria cuenta de quien no merecía a quien.

Mientras tanto en su casa su esposa que apenas estaba volviendo en si, se arrastraba hasta el teléfono para llamar a su medio hermano que vivía no muy lejos de allí por peticion suya.

-Alo charlotte que pas...?- Contestó una voz muy suave y somnolienta.

-Henry ven por la niña por favor, no aguanto mas con esta situación- interrumpió la joven con la voz ahogada por el dolor.

Me dices princesa <<Wattys2015>>Where stories live. Discover now