Capítulo 6

2.8K 233 18
                                    

Diría que puedo entender al joven Elián, por su actitud y en el estado que se encuentra, sé cómo se puede sentir. Que nadie lo entiende. Su dolor ocultarlo en ese coraje que tiene. Lo entiendo por mi hermano Ray.
Aunque Ray no se exprese así como él, puedo entender, ya que todos los días veo en los ojos de mi angelito tristeza, dolor e inquietud. Sé que él se siente como una carga para mí, pero yo no lo veo así. Él, Mateo y Amy son lo más importante en mi vida y mi motor a seguir luchando día con día.


Después de estar de pie tanto tiempo, por fin Elián aceptó levantarse y puso de su parte para que le pudiéramos ayudar a sentarse en la cama.


— ¿Así que tú eres la niñera que me va a cuidar?


— No soy niñera, soy enfermera. Y sí, en parte vengo a cuidarte, pero no como tú crees.


Se queda viéndome fijamente, como si me estuviera analizando. Es un chico guapo, de cabello castaño oscuro medio ondulado y ojos verde claro. Está un poco en forma, supongo que antes de que le sucediera el accidente, hacía ejercicio. Es muy joven aún.


— ¿No eres muy joven para ser enfermera? — me pregunta.


— No creo, ya tengo 23 años y hace casi como 3 años que me gradué de enfermería, bueno fue un curso corto, ya que necesitaba terminar. También estudié ese tiempo como un año y medio de terapeuta.


Se queda viéndome asombrado y Olga, que aún sigue en la habitación, voltea a verme y me dice:


— ¡Impresionante! eres como un cofre lleno de tesoros — me sonríe. — La señora Lindsay también nos contó que estudias en la mejor Universidad de Chicago, y que eres muy buena con los números. También dijo que eres muy competente en tu trabajo por el tiempo que llevas en el restaurante.


Creo que me ruboricé con el comentario que hizo Olga. Agacho la cabeza para que no lo noten, ya que siento mis mejillas arder. Qué vergüenza, el joven no deja de verme.


— ¿Qué pasa, te comió la lengua el ratón?, hasta te sonrojaste — comenta Elián.


— No... no… lo que pasa… — hago una pausa, ¡¡rayos!! Se dio cuenta. — Lo que pasa es que, es que... no es para tanto. Yo sólo hago mi trabajo en el restaurante y no me gusta quedar mal, y sobre los números, sí me gustan y gracias al estudiar en una Universidad así, he aprendido mucho. Sólo es suerte — aún sigo algo nerviosa, pero alcancé a responder muy bien.


— No creo que sea suerte, ya que también sabemos que estás en esa Universidad por una beca que te otorgó la misma. Eres una joven brillante — dice Olga.


Mi rubor sigue y él también sigue viéndome y mientras me ve, veo que sonríe un poco. ¿Qué le causa risa?


— ¡Oh! mi niño, sonreíste — le dice Olga, él quita su sonrisa y dice:


—Pues me imagino que, así como eres muy buena en otras cosas, también lo eres siendo enfermera, ¿no? Si no mi tía no te recomendaría y mi padre no te contrataría.


— No mi niño, aún no está contratada, Luciana estará a prueba durante toda esta semana.


— Bueno... pues espero que sepas hacer bien tu trabajo si quieres obtener este empleo — me ve como retándome, ¿realmente qué quiso decir con esa mirada?


— Por supuesto que sí, daré lo mejor de mí. No tendrán quejas.


— Ya veremos... — me ve sonriendo.



Olga se despide y se va a seguir con su trabajo y yo me quedo con Elián. Él me pide que lo ayude a sentarse en su silla de ruedas. Voy a la puerta y llamo al hombre musculoso que está afuera junto a la puerta. Héctor, creo que ese era su nombre. Le pido que me ayude a sentar al joven en la silla y él acepta de inmediato. Le agradezco con una sonrisa y él me la regresa antes de salir de la habitación.



— Cuidado con esa sonrisita ya que no creo que él dude en mal interpretarlo y tomarlo de otra forma — comenta Elián mientras se dirige al escritorio que tiene en su habitación.


— Héctor es algo… ¿cómo decirlo?... mujeriego, y cuando ve a una chica guapa no duda en atacar — ¿qué quiso decir con eso?


— No entiendo — respondo, el sólo sonríe. Toma una laptop que está en su escritorio y la enciende.


— Olvídalo, después entenderás — se pone a escribir algo y me acerco al escritorio procurando mantener distancia. — Y dime Luciana, aparte de tener 23 años, estudiar en una buena Universidad y trabajar en el restaurante de mis tíos, ¿qué más haces?, ¿acaso no sales a divertirte? Aún eres muy joven.


— Yo no tengo tiempo para esas cosas y si las tuviera no perdería mi tiempo en eso. Mi tiempo lo disfrutaría con mis hermanos — deja lo que estaba haciendo para voltear a verme.


— Ah, no sabía que tienes hermanos. Olga no comentó eso. Y ¿cuántos hermanos tienes?


— Son tres; la más pequeña es Amy tiene seis años, después sigue Mateo que tiene nueve años y por último mi angelito Raymundo con catorce años, pronto cumplirá los quince — sonrío al recordar su cumpleaños.


— Son muy pequeños y tú eres la mayor. Creí que tus hermanos eran mayores que tú, ¿entonces viven con sus padres?


— Ahmm… sí — respondo desviando la vista. Él no le toma importancia, eso creo. Se voltea y se pone a proseguir en lo que antes estaba.


— Bueno, ahorita que termine con esto bajamos a la biblioteca un rato.

Una Luz En Mi Oscuridad (SIN CORREGIR)Where stories live. Discover now