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A la mañana siguiente el ramo de flores todavía estaba en el piso y eran claras las señales de que se estaba marchitando. El sol se filtró a través de la larga cortina gris que estaba mal cerrada y llegó hasta los hermosos cabellos platinados de Jimin que eran admirados por Sae como si fueran el misterio de la belleza.

Tenía todavía puesto el vestido de dormir a medio subir por sus piernas, una de ellas estaba sobre el muslo de Jimin quien dormitaba acostado de un lado de frente hacia la chica. Él estaba sin camisa y sólo vestía unos pantalones de algodón grises porque le gustaban las cosas cómodas para dormir, pero su mayor comodidad era despertar con Sae a su lado y poder sonreír una vez más al verla. 

Sae pasó su mano por las hebras grises del chico haciendo que este se removiera bajo su contacto. Nunca se cansaría de tocar al ángel que tenía de frente dormitando. 

Jimin se removió suavemente y arrugó el entrecejo hasta que por fin sus pupilas se iluminaron con los ligeros rayos de sol. 

Su rostro se iluminó al verla a ella semi despeinada.

— Buenos días, bebé —Le dijo con la voz todavía ronca y la garganta seca. Sae le devolvió la sonrisa y se abrazó a él escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Park quien se acomodó para recibirla y pasar un brazo por debajo del costado de Sae.

— ¿Siempre te verás tan hermoso en la mañana? —Dijo ella como si llevara horas queriendo decírselo. 

Se plantó una ligera sonrisa en los labios de Jimin y luego acercó su nariz al cabello de Sae para inhalar su olor matutino. 

Era seguridad, gloria y hogar. 

De repente, su rostro se tornó serio y el miedo que lo había arrastrado anoche a hacer el amor con ella de forma desesperada volvió a él. Había dos cosas que debía decirle a Sae y no sabía cual de ellas la iba a herir menos. 

— ¿Jimin? —Llamó ella buscando su mirada. Notó la preocupación en el peli plateado y se separó un poco para mirarlo mejor. 

Se veía hermoso ciertamente, pero su belleza estaba siendo turbada por la expresión de preocupación que tenía. 

Sae lo conocía, algo estaba pasando.

— Quiero preparar el desayuno y el almuerzo hoy —Dijo él intentando disimular zafándose de los brazos de la chica mientras se dirigía hasta el baño y le hablaba desde allá —Si te parece podemos salir a dar un paseo hoy, ¿qué dices amor?

Sae no respondió de inmediato, se quedó con el entrecejo fruncido entre las sábanas mientras se mordía el labio inferior.

Ahora que lo pensaba bien la forma en la que Jimin la había tomado anoche no era común. Siempre que tenían sexo era suave y se entregaban sin dudar el uno del otro, o si por la otra parte follaban salvajemente no había ese sentimiento desesperado y culpable que anoche se había reflejado en cada fibra de Jimin.

Temió lo peor.

— Jimin ¿tienes algo que decirme? —Preguntó casi para ella pero él la escuchó y detuvo su cepillada para mirarla con la expresión herida.

— ¿Qué? —No daba crédito a sus oídos pero sabía que Sae no era tonta y que lo conocía como a la palma de su mano. Un ligero escalofríos recorrió su nuca.

Ella iba a desear eso antes de escuchar una de las cosas que tenía que decirle.

— Vamos, dilo. ¿Te ha empezado a gustar alguien en el trabajo? —Cada palabra que salía de la boca de Sae le dolía como si le estuviesen acuchillando la lengua y el silencio de Jimin sólo lo hacía peor.

seesaw → min yoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora