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Seúl.

Era costumbre esperar por él y por eso no estaba tan apurada, de hecho ya sabía de antemano que tendría que esperarlo al menos cuarenta minutos porque siempre se atrasaba. A ella no le molestaba esperar pero ahora mismo era un problema.

Eso no era un problema si no tuviera que correr apenas saliera de la consulta para ir con Saegi. Pero justamente hoy era el cierre de año y sería una falta de respeto si no se apareciera en el colegio. Saegi se lo recriminaría y su novio también.

"¿Ya estás allá?"

"Ya estoy aquí. ¿El médico ya llegó?"


"Sabes que siempre se tarda"


El hombre tras la línea le pidió que por favor no faltara y que le avisara cualquier cosa que el médico dijera. Ella le agradeció y colgó.

Esperó unos quince minutos más mientras tambolireaba los dedos sobre sus muslos mientras se entretenía en la sala de espera con cualquier pensamiento que se le cruzara por la mente aunque fuera una mera excusa para olvidarse de que cada vez que asiste al médico su ánimo se deteriora. 

— ¿Señorita? —Llamó la enfermera captando su atención pero esta no respondió al primer llamado, por supuesto, con su condición era lógico —Ya llegó el doctor, es su turno.

Ella se levantó recogiendo su bolso de la silla, hizo una leve reverencia y caminó directamente hasta el consultorio.

— ¡Mi paciente favorita! —Dijo el señor de unos sesenta y algo de años cuando la vio pasar. Ya llevaba bastante tiempo yendo a consulta con él y se había hecho muy cercana al doctor; puesto que él era muy amable, comprensivo y había ayudado muchísimo a la chica. 

— Buenos días doctor, ¿cómo ha estado?

— Lo mismo de siempre, ¿y tú? —Le dijo con una sonrisa.

— Saegi tiene su presentación de fin de año hoy —Ella no quería sonar apurada pero el rostro la delataba y eso hizo sonreír al señor.

— Entonces es mejor que empecemos con tu chequeo ahora mismo —Dijo —Vamos a ver ese oído. 

***


Daegu.


Veía el atardecer como si quisiera aferrarse a él, como si fuera el último que pudiera apreciar y no estaba del todo equivocado. Era el último que vería en Daegu.

— ¿Leíste el periódico? —Preguntó el castaño que ahora colocaba un periódico sobre las piernas de su amigo pelinegro. Este último siguió con la mirada clavada en la ventana intentando grabar ese atardecer en su mente.

— Lo vi —Respondió aún con la mirada clavada en el paisaje.

El castaño se quedó de pie a su lado esperando alguna reacción, un grito, un llanto, algo. Pero no obtuvo más que una pregunta "¿Te gustan los atardeceres?"

— Supongo que sí, no soy tan poético para observárlos por tanto tiempo pero son bonitos. 

El pelinegro asintió lentamente, cerró los ojos y dejó salir un suspiro cansado. 

— ¿Vendrás conmigo? —Miró al castaño sin ningún gesto en su rostro.

— Querrás decir con ustedes ¿no?

El pelinegro sonrió.

— Ella ha dicho que irá unos días después, necesita terminar unas cosas —Suspiró —¿Entonces?

— Claro que iré... —En ese momento la puerta del baño se abrió dejando salir al pelirrojo que había escuchado la conversación.

— ¿Estarán bien ustedes dos? —Preguntó el pelirrojo sentándose a un lado en el mueble —Sobre todo tú, ¿seguirás tus terapias?

— He contactado con un psicoterapeuta allá. Apenas llegué seguiré con mis terapias.

El castaño y el pelirrojo se miraron preocupados.

— Está bien, confío en que estarás bien —Dijo el pelirrojo palmeando su hombro —Lo has estado estos últimos cuatro años —Y le sonrió. 





chamchamcham, ¡comencemos!


seesaw → min yoongiDove le storie prendono vita. Scoprilo ora