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Después de bajar a la farmacia, Adrien aún esperó unos minutos antes de subir al apartamento. Necesitaba pensar en lo que había ocurrido con Marinette, concretamente en lo que le había dicho de forma inconsciente.

Sólo de recordarlo su corazón volvía a acelerarse frenético y alocado. Con los nervios invadiendo la boca de su estómago y carcomiéndolo por dentro.

Le dijo que la quería. Aunque se suponía que estaban fingiendo, se había confesado, y por más que intentara convencerse de lo contrario, la verdad era que después de hacerlo se sentía liberado.

Era algo muy extraño y que nunca antes había experimentado, pero... Ahí estaba. Un sentimiento tan fuerte y abrumador, que si bien le hacía temer lo desconocido, al mismo tiempo lo entusiasmaba de tal manera que resultaba adictivo.

¿Qué era esa sensación? ¿Qué era lo que entonces lo tenía en una montaña rusa de emociones?

«Te has enamorado.»

Ese pensamiento hizo que el joven quedara estupefacto. Pasando unos segundos hasta que de la nada comenzó a reírse incrédulo, y en parte también aliviado; soltando un suspiro al adentrarse al vestíbulo del edificio y dirigirse al ascensor con una expresión de asombro.

Se había enamorado. Y no de cualquiera, sino de la chica que juraba detestar hasta la saciedad; se había enamorado de Marinette.

Cuando llegó a su planta cruzó el pasillo pensando qué iba a hacer a partir de ese momento. Quizás debería actuar con total normalidad y no tentar la suerte, aunque por otro lado, ansiaba expresar a viva voz lo que sentía.

Abrió la puerta de su apartamento con las ideas tomando forma en su cabeza, dejando la bolsa con la compra sobre el mueble del recibidor, para luego deshacerse de la mascarilla y los guantes, antes de ir al aseo y lavarse bien las manos frente al espejo.

Estaba de lo más agitado, pero igual decidido a averiguar si lo que albergaba en su interior podía ser correspondido.

Al salir del cuarto de baño, se detuvo en seco cuando la protagonista de sus pensamientos se cruzó en su trayectoria. Uno y otro mirándose con un deje de sorpresa.

- Ya has regresado.- notó ella con una sonrisa titubeante.

La azabache lucía unos shorts negros y una camiseta de tirantes de color blanco, a la vez que su cabello caía mojado sobre sus hombros. Dejando medio embobado al rubio con su natural y bella apariencia.

- Eh... Sí, yo...- se humedeció los labios-. Ya estoy de vuelta.

La muchacha asintió mecánicamente, abrazándose con las manos temblorosas.

- Yo he aprovechado para hacer la cama y acomodar mis cosas, así que...

- Marinette.- la interrumpió de sopetón, haciendo que ella guardara silencio al discernir las repentinas serias facciones del rubio-. Tú, este... ¿Podemos hablar un segundo?

- ¿Hablar?- inquirió irresoluta, tratando aparentar naturalidad-. Eem... Sí, supongo que no hay problema.

Él no contestó esta vez, conduciendo los pasos de la chica hasta la sala de estar, donde la invitó a tomar asiento a su lado en el sofá.

La atmósfera entre ellos se tornó de lo más tensa, apenas diciendo nada y con sus miradas cruzándose a cada segundo. Provocando que la azabache se removiera recelosa en su sitio, al aguardar expectante por algún tipo de explicación por parte de su compañero.

- Marinette.- repitió él en un tono solemne, provocando que el pulso de la joven se disparara al notar como él la tomaba de una de las manos y la miraba con seriedad-. Yo... Quería comentarte una cosa...- inspiró profundo, sumergiéndose en el brillo de sus zafiros-. Es sobre lo que ha pasado antes en la ducha...

🔞.Aᴅʀɪɴᴇᴛᴛᴇ.      •ᙓᥒᥴᥱɾɾᥲᑯᥲ ᥴoᥒ ຕɩ ᥱᥒᥱຕɩɠo•Where stories live. Discover now