Jose fue el primero en subir y después Panchito que al tomar la manija en sus manos para abrir la vieja camioneta se detuvo, varias cosas pasaron por su cabeza que lo hicieron respirar de manera pesada mientras su vista se perdía con el suelo.

¿Era lo correcto?

-¿Panchi?...-

La  del loro lo sacó de aquel limbo y soltó una bocanada de aire, agitó la cabeza y abrió la puerta para subir al vehículo, colocó la llave para encender la marcha y acomodo el espejo retrovisor mirándose por un instante en este.

-Estaremos bien- soltó diciéndose a sí mismo que ha ambos y miró al brasileño, puso su mano en la pierna de éste y le sonrió. -...Vamos-

Beso al loro con pasión y éste correspondió alegremente para después separarse, el auto comenzó su marcha y salieron de aquella vieja casona entre risas y una dulce conversación que Jose amenizaba sobre sus miles de planes a futuro, los lugares a los que irían, la comida que probarían, la música que bailarina, el amor que harían, los paisajes que veían, el brasileño parecía que leía una carta de sueños y peticiones que sentía más cerca que las estrellas y se esclarecía mientas más miraba cómo se alejaban de la casa del gallo, de los problemas que les ataban y les impedían vivir su amor, para Zé todo parecía cobrar de nuevo sentido, la vida volvía a ser placentera, las alergias se volvían a sentir, las esperanzas eran nuevas y al fin podría vivirlas, al fin podría ser feliz y más al lado del amor de su vida.

Pero aún si Panchito escuchaba a Jose miraba por el retrovisor una última visión de su casa y como estaba se iba perdiendo con el paisaje mientras más el auto se alejaba del punto de salida, su alma estaba dividida en dos, su corazón parecía latir de alegría pero su estomago se sentía vacío, un gran vacío que no sabía cómo traducir más que...

Su familia ¿Volvería a ver a su familia?

Siguió manejando aún si estos pensamientos taladraban su cabeza y le impedían escuchar los dulces planes de ensueño que tenía el loro verde que estaba sentado a su lado, a quien decía amar.

————————

Eliza caminaba por los pasillos de la enorme hacienda a la que llamaba casa, miraba que cada detalle estuviera en su lugar, pinturas costosas, jarrones de Talavera, artesanías, mosaicos e imaginas religiosas que adornaban la casa Medina, tal y como le había indicado su madre pues era bien sabido que una "buena ama de casa" tenía cuidado con cada aspecto de su hogar y como ella pronto sería la señora de la casa debía aprender estas costumbres que se volvieran tradición en su día a día cuando fuese esposa de Panchito y la mujer encargada de la casa Gonzales-Medina.

No, no estaba emocionada ni muchos feliz que fuese el mayor de los Gonzales a quien tuviese que desposar pero al final de cuentas ella estaba cumpliendo su papel, para lo que su madre la había preparado y ahora se sentía como él causal el río que es llevado con naturalidad. Estaba cumpliendo con su apellido y traería grandeza a su familia, aún si esto le causara una infelicidad perpetua.

-Sonia quiero que sean peonias blancas las que usemos en la casa que ocuparemos el señor Gonzales y yo- indicaba la gallina de cabellos negros recogidos en una trenza decorada con claveles enredados entre los cruces de su peinado.

-¿También hortensias azules?- preguntó la ama de llaves que camina tras la joven a lo que está movió la cabeza en manera de afirmación y con una sonrisa.

-Claro son el símbolo de la familia Medi...-

Iba a explicar la joven hasta que un alboroto proveniente del exterior de la casa le detuvo mirando hacia la entrada del jardín tratando de resolver cuál era la situación que le había interrumpido.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 04, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Alma Mía   •[[PanJose]]•Where stories live. Discover now