Muchos de los que conocían a su hijo habían admirado lo inteligente que este era pese a su corta edad y le aconsejaban comprarle uno de esos teléfonos inteligentes para que el mismo pudiera aprender aún más.

—Es un buen obsequio verdad Boruto-kun—sonrio de lado—deberas darle las gracias al abuelo cuando lo veas.

— ¿Abuelo?

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Cuando ves las películas y ves una mansión en ellas, piensas que te gustaría conocer una y poder vivir en ella. Pero, esta mansión que tenía en frente le causa escalofríos y una corriente que recorria toda su columna vertebral.

Mala vibra.

— Hiashi Hyūga la espera en su habitación—informó un hombre con los ojos idénticos a los de su madre.

Su cabello era castaño y largo, su porte serio le daba miedo y no ayudaba el hecho que fuera al menos dos cabezas mas alto que su madre.

— Boruto-kun—llamo—el es mi...

— Soy Neji Hyūga.

No se necesitaba ser muy inteligente para notar la incómodidad que había ahí, y tampoco necesitaba ser un genio para saber que se trataba de su tío Neji, el que había visto hace ya años atrás en una navidad.

El mismo que le regalo unos juguetes.

— Muy buenas tardes Neji-sama—se inclino a modo de saludo.

Las mejillas sonrojas de Neji habrían sido dignas de enmarcar en un gran salón, pues él nunca, ni en sus más locos sueños, se habria imaginado que alguien de la familia principal se inclinara ante él y lo llamara con el sufijo "sama" Dios, si Hiashi se enterara seguro partiría antes de tiempo.

— Debemos ir Boruto-kun—llamo la madre nuevamente—tu abuelo quiere vernos.

El trayecto hacia la habitación del patriarca era peor que el de un laberinto, su pequeño departamento nisiquiera era era la mitad de ese cuarto.

En la cama estaba él, a quien seguramente debia llamar abuelo, y a un costado suyo una mujer con ojos pálidos y el cabello castaño suelto con un vestido color amarillo suave y un liston rosa en la cintura, parecia muy triste.

— Hanabi-chan—musito.

Por un momento sintió como el cuerpo de su madre tembló ligeramente.

—Hinata-neechan—ambas orbes aperladas coincidieron.

Se dieron un abrazo fuerte, ante la mirada de los dos hombres y el pequeño que miraba atento cada rincón del lugar.

La tia Hanabi... Asi que era ella—pensó.

— Hinata, acercate—la voz débil del hombre en la cama las separó.

Un hombre de al menos sesenta años estaba en la cama, había demasiados aparatos conectados a su lado, las arrugas de su rostro contrastaban con la palidez que tenía, su cabello, largo y castaño tenía finos hilos de color blanco cubriéndolo producto del paso del tiempo.

— Padre—beso su mano y luego paso sus delgados dedos por la cabellera del anciano mientras aguantaba las ganas de llorar—¿Qué ocurrió?

Desde su distancia distinguió como los ojos de su madre se cristalizaban al tiempo que acariciaba el rostro del mayor.

— Tuvo un infarto—contesto el hombre más joven—Hiashi-sama estaba en una reunión de negocios cuando ocurrió, afortunadamente pudimos ayudarlo.

Pronto un hombre de mediana edad entro con una charola de té y galletas de chocolate.

— Padre ya esta estable—añadio, quien era su tía, sonriendo—no tienes de que preocuparte neechan ¡Otoosan es bastante fuerte!

Se sentía muy incómodo en ese lugar, era todo demasiado extraño y no entendía mucho de lo que ocurría ahí.

— ¿Es él?—pregunto el mayor mientras intentaba sentarse—Boruto Uzumaki ¿cierto?

Con miedo aún, el pequeño se acerco a la cama, supo distinguir el olor a incienso y tabaco, los ojos que vio, no parecian los de una mala persona o alguien de quien tener cuidado, no señor, parecía más bien, los de alguien arrepentido y triste.

— ¿Eres mi abuelo?—dijo mirandolo fijamente.

Los enormes ojos azules del niño analizaban cada facción de aquel hombre, debia memorizar su rostro por si no lo volvia a ver, siempre había deseado tener un abuelo o una tío y tía, quizá esta seria su última oportunidad.

— No debes responder con otra...

Las palabras de Neji quedaron silenciadas con solo un movimiento de mano por parte del mayor.

— Así es—sonrió—soy tu abuelo, claro si deseas llamarme así.

Tanto como Hinata y Hanabi miraban expectantes al niño y al anciano, era una de las pocas ocasiones en las que el patriarca Hyūga mostraba emociones, por nada del mundo se perderían tal cosa.

—Gracias por el regalo abuelo—dijo tímido—Etto... ¿Puedo abrazarte?

Los mofletes regordetas de Boruto se pusieron rojos, se veía tan adorable que daba ganas de abrazarlo y nunca soltarlo, afortunadamente había heredado los rasgos tiernos de su madre.

— Me gustaría un abrazo.

Bastaron esas simples palabras para que el primer abrazo entre abuelo y nieto existiera, Hiashi Hyūga se sentía un tonto ¿tantos años perdiéndose de esa grata sensación por su testarudo carácter?

Hiashi tuvo que apartar a Boruto luego que nuevamente empezara a tocer, rápidamente fue ayudado por Neji que lo acomodo en su cama y le dio un poco de te caliente.

La tarde paso relativamente rápida, el pequeño hacia muchas preguntas que Hiashi contestaba alegre, se parecía demasiado a Neji, si le preguntaban, misma inteligencia y mismo genio, aunque no podía negar los rasgos que heredó del difunto Naruto, su personalidad alegre y vivaz además de la inocencia y bondad que tenía su madre, Boruto era lo que faltaba en su vida, su nieto.

— Boruto-kun es un niño muy apuesto Hinata-neechan ¿a que eres muy inteligente?—se acerco al niño que no veía en mucho tiempo.

Con algo de incómodidad se alejo hasta quedar pegado al regazo a su madre.

— Lo suficiente—dijo con una gotita de sudor en la frente algo nervioso.

La noche había llegado pronto, supo que la visita a su padre sería para otro día, había planeado recordarle a su madre a donde debían ir pero luego de verla tan sonriente junto a su familia desecho sus planes.

Su abuelo había comprando muchos más regalos para él, estaba muy contento al ver su nueva chaqueta y todos los juguetes que podría utilizar a partir de ese momento, se sentía muy bien tener un abuelo, pensó.

Ya estaba cansado, así que empezó a dormir en el sofá, a un lado de su madre.

Ellos aún hablaban bastante y no entendía muchos de sus temas, solo llegó a comprender algunos, como que su abuelo queria que vivieran en esa casa, o como le ofrecía ayuda económica pero su madre lo rechazo... En fin, cuando sus ojos se cerrarían por completo logro escuchar una última cosa.

— Regresa a la compañía Hinata, por favor hija... Quiero recuperar todos nuestros años perdidos.

— Padre.. ¡Ha-hai!

Mejores Mañanas |SASUHINA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora