Una navidad más.

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Regresar a Squahamish le daba la tranquilidad que la ciudad le quitaba. Siempre que iba se prometía que regresaría más seguido, pero siempre terminaba atrapada por sus ocupaciones. Antes en la universidad, y ahora en el trabajo.

Solo visitaba el pueblo que la vio crecer dos veces al año. En el cumpleaños de su padre y para pasar las últimas semanas del año. Solo porque sería muy deprimente pasar estas fechas solitaria en su departamento. El resto del año era su padre quien la visitaba en Iowa. Había intentado convencerlo para que se mudara con ella, pero se había acostumbrado a la tranquilidad del pueblo y no quería salirse. Lo que tranquilizaba a Ellie es que su mejor amigo, Paul, seguía cuidando de su padre por ella.

Estacionó el auto frente a su casa y antes de que se bajara su padre ya estaba esperándola con la puerta abierta. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro y apresuró sus pasos hacia él, que la recibió con los brazos abiertos.

-Pasa, pasa, debes estar cansada del viaje- le dijo su padre luego de soltarla.

Lo cierto era que si, manejar tantas horas en carretera cansaría a cualquiera. Cuando decidió irse en el auto no pensó que sería tan agotador.

-Que rico huele- dijo ella al mismo tiempo que se quitaba el abrigo que le protegía del frío afuera, pero que no era necesario en el calor de su hogar.

-¿Tienes hambre? Hice tu comida favorita- su padre sonrió antes de dirigirse a la cocina.

-¿Cerdo estofado sobre arroz?- preguntó, aunque por el olor sabía que no podía ser otra cosa. -Déjame ayudarte-

Acompañó a su padre a la cocina, quien ya estaba terminando de servir un plato. Ella lo sostuvo con una mano y con la otra tomó dos vasos para llevarlos a la sala, donde una película se proyectaba en la televisión.

Su padre llegó detrás de ella con su plato y la jarra de agua. Apagó la televisión y mientras disfrutaban de la cocina, disfrutaban de escucharse el uno al otro. Ellie le contaba lo que había pasado en su vida los últimos meses y él le contaba lo propio, aunque siempre terminaba ella hablando más que él. Después de ponerse al día disfrutaban de una película, generalmente su papá la escogía.

Ese ritual era una caricia a su corazón. Era en esos momentos cuando entendía por qué su padre no quería mudarse, no estaba segura que pudieran replicar la esencia de ese momento en la ciudad.

Había otra cosa que le gustaba hacer cuando regresaba a Squahamish.

Terminando la película le dijo a su padre que tenía que salir. Después de tantos años él ya no le preguntaba a dónde iba o con quién iba. Se montó a su auto y condujo en dirección al sitio donde Aster la había llevado en aquél verano.

El frío del invierno no era ideal para meterse al agua, así que solo se sentaba sobre las piedras a disfrutar de la naturaleza y el recuerdo de aquél verano.

Otra caricia a su corazón.

Había mantenido conversación con Aster los primeros dos años de universidad, pero el tiempo y la distancia consiguieron alejarlas. No se habían visto desde entonces. Se preguntaba qué es lo que había hecho con su vida, si había terminado la escuela de artes, si ahora exhibía sus obras en una importante galería, si la gente reconocía lo talentosa que era y, sobre todo, si había conocido a alguien.

Claro que sí, se decía a ella misma. Aster era hermosa, inteligente, divertida... seguramente muchos se interesaban en ella. Y aunque eso le causaba una punzada de dolor, le gustaba pensar que su amor de adolescente tenía una buena vida.

La extrañaba en su vida. Más cuando en momentos como este, se acordaba del beso que se dieron y de la promesa de un amor futura. Promesa que se había llevado el viento. Y aunque en incontables situaciones estuvo a punto de mandarle un mensaje, se arrepentía en el último instante. Las primeras veces se dijo a sí misma que esperaría a que ella la buscara, pero la espera se hizo tan larga que pensó que la otra perdió interés en ella y Ellie no quería importunarla con un mensaje.

El sol se estaba metiendo y la hora de partir de ese sitio estaba a punto de llegar. No es que quisiera irse, pero las altas temperaturas de la noche la iban a obligar a hacerlo.

Entonces escuchó ruido de pisadas y del movimiento de las ramas de los árboles. Alguien se estaba acercando. Tuvo miedo sobre quien pudiera ser porque estaba en sitio escondido en el bosque y si alguien le pretendía hacer daño era muy difícil que recibiera ayuda.

Se puso de pie y se giró en dirección hacia donde venían los pasos.

Pasaron unos segundos cuando la persona en cuestión estuvo frente a ella.

-¿Aster?- preguntó la chica de origen chino.

Mientras la noche caía (The Half Of It)Kde žijí příběhy. Začni objevovat