Capítulo 27

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Keily estuvo todo el día con Alan y cuando regresó, hacía unas horas, encontró a Jack y carol discutiendo sobre Charlotte. No entendía nada hasta que Zoe la puso al tanto de la situación.

—Mi tío la descubrió inhalando esa porquería y ya sabes lo que se armó.

Keily se encontraba boquiabierta y espantada.

—¿Por qué se droga? —preguntó, aún atónita.

—No lo sé, aunque estoy segura de que es influenciada por Gian.

Algo en su cabeza hizo clic y recordó que Alan le había contado que su hermano traficaba con drogas y armas. No podía procesar cuánto daño le ocasionaría Gian a Charlotte.

Saltó en su lugar del susto porque Josh abrió la puerta de la habitación con brusquedad y entró.

Él estaba furioso, tenía el torso descubierto y las venas de su cuello y brazos alterados. Posó la mirada sobre ella, lo que provocó que el pánico recorriera el sistema de Keily.

—Zoe, lárgate, tengo que hablar con tu prima.

La aludida miró a Keily con temor y tragó saliva, Josh le daba mucho miedo por lo afectado que parecía. Sabía que él se había mantenido distante con ella, no le hablaba y trataba de evitarla a toda costa.

Él miró a Keily con odio, asimismo, le recorrió el cuerpo que solo lo cubría un camisón fino. Se mordió los labios y sus ojos grises parecieron más oscuros.

—El que debe irse eres tú, Joshua, estás muy alterado —refutó Zoe, levantándose de la cama.

Era muy alto, tanto que ella parecía una enana frente a él. La agarró por un brazo sin dificultad alguna y la sacó del cuarto.  

—¿Qué rayos estás haciendo! —gritó Keily, poniéndose de pie para enfrentarlo—. Vete de mi habitación.

Sonrió al tiempo que avanzó hacia ella mientras se frotaba las manos. Keily retrocedió hasta que chocó con la pared. Él la acorraló, poniendo ambos brazos a cada lado de su cabeza. La respiración de ella se agitó al tenerlo tan cerca.

—Mi hermana está metida en drogas por los malditos italianos, ¡y todo es tu culpa! —vociferó en su rostro—. De hecho, todos nuestros problemas se han magnificado desde que llegaste.

Las manos de Keily sudaban, los ojos le ardían. Las ganas de echarse a llorar la visitaron debido a sus palabras.

—No sé por qué dices eso —habló con la voz entrecortada.

Josh rio sin gracia y le dio un puñetazo a la pared, muy cerca de su cara. Ella no aguantó más y las lágrimas cayeron con libertad por sus mejillas.

—Si no hubieses venido, mis padres no estuvieran al borde del divorcio, los italianos no se habrían metido en nuestras vidas y yo... —cerró los ojos y apretó las manos— no me estuviera volviendo loco por querer hacerte mía.

Los abrió y sus orbes grises se encontraban dilatados. Juntó tanto sus cuerpos que ella pudo sentir su erección en el estómago. Keily quería vomitar, los temblores se intensificaron al igual que las lágrimas.

—Por favor, Josh, suéltame —sollozó, desesperada.

Él bajó un brazo y le agarró el muslo, acariciándolo mientras le subía el camisón.

—Ricci es un suertudo, Kei. Puede disfrutar de todo esto, el muy maldito.

Ella se removió con violencia y le golpeó el pecho para que la soltara.

—¡No me toques!

La respuesta de él fue una sonrisa socarrona y ella se paralizó, horrorizada.

—Por favor, Josh, por favor.

No le dio tregua, porque la besó con brusquedad. Keily se retorcía, lo que provocó que él mordiera sus labios. Ella gritó de dolor y él aprovechó eso para adueñarse de su boca.

Josh sabía a alcohol y a cigarros, estaba borracho y fuera de sí.

Keily intentó golpearlo para que se alejara, pero él con una mano le agarró los brazos y los sujetó por encima de su cabeza y con la otra le tocó la cintura y los pechos.

—Te mostraré cómo un verdadero hombre hace el amor y no un niñato como el italiano.

Ella gritó con tanta agonía que él le soltó los brazos para cubrirle la boca y con la otra trató de quitarse el cinturón del pantalón. Keily no dejó de patalear ni de removerse con violencia.

De repente, se abrió la puerta y entró Justin seguido de Zoe. El chico se quedó boquiabierto por unos segundos cuando vio la escena, después se abalanzó sobre Josh y lo alejó de Keily.

Zoe corrió hacia ella y la sostuvo en medio del llanto.

—¿Estás loco, hermano! —vociferó Justin, quien forcejeaba con él.

—Suéltame o te vas a arrepentir.

—El que se va a arrepentir eres tú, ¿qué crees que va a hacer mi tío cuando se entere de esto?

Josh se quedó inmóvil ante esas palabras, luego se liberó de Justin y salió del cuarto deprisa. Keily lloraba en los brazos de Zoe mientras ella le acariciaba la espalda.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupada.  
—No le hablen de esto a Jack —dijo con la voz entrecortada.

Zoe negó con la cabeza.

—Tenemos que ponerlo al tanto de todo, Kei, Josh está loco.

—¡No le digan nada a mi papá! —gritó, desesperada—. Promételo.

Justin se pasó una mano por la cara debido a lo frustrado que se encontraba.

—Está bien, no diré nada —dijo antes de retirarse.

Ella posó los ojos sobre Zoe y esta asintió, molesta.

Keily se dirigió al armario, sacó una maleta, la abrió y empezó a meter ropa.

—¿Qué haces, Kei?

—Me voy de aquí, soy mayor de edad y puedo dirigir mi vida como quiera.

—¿Estás loca? ¿A dónde vas a estas horas?

—A casa de Alan —respondió, decidida. 

 

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Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]Where stories live. Discover now