Capítulo 24

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Keily no dejaba de mirarse en el gran espejo mientras se pasaba las manos por las hebras que caían como cascadas por sus hombros hasta la cintura. Su atuendo era el de siempre, no quería dar la impresión de que estaba esforzándose por Alan.

Agarró el bolso para verificar si todo estaba en orden, luego se dirigió hacia la sala donde se encontraba Willy esperándola junto a Josh. Los nervios la atacaron, porque no quería que este último se enterara de que iría a verse con el italiano.

Josh sonrió de lado cuando la vio. Era un gesto automático, ni siquiera se daba cuenta de la manera errática que empezó a latir su corazón con su sola presencia.

—¿Vas a algún lugar? Estás hermosa, Kei.

Preguntó mientras avanzaba con la intención de tocarle el pelo que le sobresalía, quería acomodar parte de él detrás de la oreja.

—Yo voy, bueno, solo... —balbuceó Keily, nerviosa.

—Ella va a salir conmigo, Josh —intervino Willy mientras la alejaba de él y la encaminó hacia la puerta.

Salieron apurados de la casa y ella se abalanzó sobre su hermano, le daba besos por toda la cara por haberla sacado de ese momento incómodo.

—Gracias, eres el mejor.

—Ya, ya. Solo espero que esto valga la pena.

Entraron al auto de Willy y él condujo en silencio. Keily, por su parte, se encontraba nerviosa y se movía inquieta en el asiento.

—Cálmate —dijo Willy, desconcertado al verla en esas condiciones.

—¿Qué hay de Madison? —preguntó para distraer la mente. Asimismo, estaba interesada en qué habían quedado.

Willy bufó con tristeza al recordar todo lo que sucedió con esa chica.

—Nada, le dije que estoy enfermo y me ha evitado.

A keily le dolió escuchar cómo la voz se le entrecortó. Aunque Willy trataba de mostrar lo contrario, ella sabía que sufría mucho cuando estaba solo. Él necesitaba a alguien a su lado que lo quisiera de verdad.

—Lo siento, ella no te merece.

—No, Kei, era de esperarse. ¿Quién se estancaría con alguien con mi condición? No la culpo.

—Encontrarás esa persona que se quede contigo sin importar qué —afirmó, muy segura de sus palabras y él sonrió.

Llegaron más rápido de lo esperado y Willy aparcó el vehículo frente al punto de encuentro.

—Alan dijo que nos íbamos a ver aquí afuera —habló Keily antes de salir del auto.

Willy hizo lo mismo sin dejar de mirar a todos lados.

—Allá, Kei.

Señaló un punto y ella vislumbró a Alan junto a su moto. Él empezó a avanzar hacia ellos en cuanto los vio.

—Hola, Willy —saludó con cautela.

—Espero que arreglen lo suyo. Si Keily vuelve a llorar por tu culpa, serás hombre muerto —advirtió serio.

—La quiero y haré lo posible porque todo salga bien.

Willy asintió ante sus palabras que sonaban sinceras. Se despidió de él y se acercó a Keily para abrazarla.

—Cualquier cosa me llamas y recuerda la protección —susurró sonriendo y le guiñó un ojo.

A ella le ardió la cara debido a la vergüenza y le golpeó el hombro a modo de juego. Willy se retiró al fin, dejándolos solos.

—Te tengo una sorpresa.

Alan la agarró por una mano y la llevó hacia su moto.

—Pensé que sería aquí.

Él negó con la cabeza.

—Compré comida. —Señaló una bolsa que sostenía que ella no se había percatado—. Necesito privacidad para lo que te voy a decir.

Colocó parte de su pelo hacia atrás y le rozó la mejilla con el pulgar para ajustar el casco protector. Keily cerró los ojos ante el toque, percibió su respiración en el rostro y cómo la besaba despacio. Le correspondió con hambre, llevó una mano hacia sus rizos y lo haló con desespero.

***

Los árboles de la carretera pasaban como borrones mientras se alejaban del pueblo. Llegaron a un lugar desconocido para Keily y se bajó de la moto seguida por Alan. Él la dejó aparcada, después tomó la mano de ella y la dirigió hacia un portón negro lleno de malezas que les impedía el paso. Alan abrió y caminaron uno junto al otro por un sendero de piedras.

Una casita se divisó, era de madera y su fachada parecía muy antigua. Él la guio por entre aburtos. Sacó una llave de su pantalón y abrió la puerta, la cual crujió en el proceso.

Estaba todo oscuro hasta que Alan pulsó el interruptor y la casita se iluminó. Era más grande de lo que parecía; había un viejo sofá con una manta encima, una mesa y cajas en el piso.

—¿Qué es esto, Alan? —preguntó sorprendida.

—Es mi casa, la compré con unos ahorros. Tengo que arreglar muchas cosas, pero es mía, Kei. Ven, te mostraré todo —respondió emocionado.

La agarró de la mano y la dirigió hacia la cocina.

—Me la dieron amueblada, aunque no creo que funcione bien —informó mientras pasaba las manos por los ajuares que ahí se encontraban.

Tenía todo lo necesario para preparar alimentos, dos taburetes y un comedor pequeño. A pesar de lo usado, se veía bonito.

—Está genial, Alan —le dijo sincera—, pero recuerda que tenemos que hablar.

Él asintió e hizo una seña para que ella se acomodara en una silla del pequeño comedor, después sacó lo que había comprado.

—Vamos a cenar primero, estoy hambriento.

Comieron en silencio, cada uno perdido en sus mentes. Alan se encontraba nervioso y buscaba la manera de ser sincero con ella. Keily tenía miedo de lo que él iba a contarle.

Ambos sintieron una opresión en el pecho, un mal presentimiento ante lo que pasaría con su relación.  

  

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Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن