Capítulo 20

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—Estoy cansada de ti y de cada decisión que tomas. Estás arruinando nuestras vidas —le gritó Carol a Jack, quien estaba igual de irritado que ella.

—¿Yo lo arruino? Debes entender que sobre mis hombros hay un montón de mierda, donde sea que me muevo puedo detonar una bomba. Estoy hastiado de ti, de los problemas, de cada maldita responsabilidad que tengo.

Keily observaba, desde donde estaba, que su padre lucía desesperado y roto. Rogó en sus adentros para que no la descubrieran escuchando la pelea.

Se encontraba en esa situación porque fue al cuarto de Jack para hablar con él, pero no estaba. Después ellos entraron como dos desquiciados, vociferando insultos. Así que se tuvo que esconder detrás de un armario como una delincuente.

—¿Cansado de mí? —Carol rio sin gracia—. Soy yo la harta, Jack, porque nuestros problemas siempre han sido por esa mujerzuela y ahora se le suma la bastarda.

Keily se quedó boquiabierta al darse cuenta de que hablaba de su madre y de ella.

—¡No la llames así! —Jack gritó de nuevo—. Los chicos son grandes y entenderán, así que quiero que esto acabe.

—¿A qué te refieres?

A ese punto, Keily estaba desesperada por salir de ahí.

—Es hora de separarnos, quiero el divorcio.

Carol se quedó petrificada y lágrimas caían por sus mejillas.

—No, amor, por favor —le rogó—. Arreglaremos esto, no me dejes.

—Tu comportamiento no ayuda, y estoy cansado de intentar razonar contigo.

Salió de la habitación y Carol se sentó en la cama mientras lloraba. Keily sintió lástima, quiso ir a consolarla, pero sabía que no iba a aceptar nada de ella.

Después de unos minutos, Carol se retiró al fin y Keily aprovechó para irse corriendo por el pasillo.

Entró a su cuarto y recargó la espalda en la pared, deslizándose por ella. Se cubrió la cara con las manos y gritó de frustración, se sentía culpable por todo lo que estaba pasando Jack en su matrimonio.

Unos toques la sacaron de sus meditaciones, por lo que suspiró para calmarse y abrió.

—Hola, Kei. —Josh entró sin que lo invitara—. Quiero contarte algo —dijo al mismo tiempo que se sentaba en el pequeño sofá.

—Qué bueno, yo también quiero hablar contigo —expresó Keily y él arrugó el entrecejo.

—Empieza tú entonces, ¿qué quieres decirme? —Ella negó con la cabeza.

—Habla tú primero.

Se sentó a su lado y se acomodó de tal manera que quedaron frente a frente.

—Es sobre Alan, bonita. Es hora de que sepas la verdad —dijo, colocando parte de su pelo detrás de la oreja y le acarició la mejilla con su pulgar.

Ella retiró la cara de su toque y giró los ojos.

—¿Ahora qué pasa con él, Josh?

—Él y su hermano vinieron de Italia, huyeron de una banda de narcos a la que pertenecían por haberles jugado sucio. Alan no es el angelito que aparenta, te ha engañado.

—Josh, por favor, eso no es cierto. Solo son rumores de la gente —repitió lo que su prima había dicho.

—No, Keily. Si deseas salir de las dudas, podrías enfrentarlo y preguntarle. Me importas mucho y no quiero que te suceda algo malo.

Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora