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Cómo ya comenzaba a ser costumbre para mi, había llegado media hora antes de mi horario establecido; por alguna razón estaba levantándome antes de que sonara el despertador, y aunque tratara de quedarme más tiempo en la cama me era realmente difícil, y aunque la noche anterior tratara de dormirme aún más tarde para así hacer tiempo y volver a mi despertar habitual, simplemente no rendía frutos; así que desistí de aquella hazaña, ya en algún momento mi cuerpo pediría descanso y volvería a su estado actual.

Y mientras todo aquello sucedía, invertía mi tiempo en la cocina del palacio, me encantaba ver lo que preparaban cada día, era como auténtica magia sucediendo frente a mis ojos, podía asegurar que todos los días era un plato completamente nuevo, trataban de no usar los mismos condimentos o vegetales en más de dos platos a la semana, y el ambiente aunque sonara extraño era bastante hogareño; las risas iban y venían, un chef designado con cinco ayudantes eran los que se desenvolvían en aquel gran lugar; sabía que este era el mini palacio de cualquier amante de la cocina, cualquier implemento culinario podrías encontrarlo aquí de todos los tamaños, colores y hasta sabores. Siempre tienen a su disposición las verduras y frutas más frescas y de temporada, las carnes rojas y blancas estaban perfectamente distribuidas y empaquetadas, las especias y condimentos tenían su lugar privilegiado; desde que había llegado a trabajar al palacio estaba realmente consciente de que cualquier plato por más loco o rebuscado que se te ocurriera pedir, podía ser preparado en aquel lugar sin el más mínimo esfuerzo y complicación.

Analizaba todo aquello mientras los veía trabajar en lo que sería el almuerzo de aquel día, pues ya del desayuno habían salido airosos hacía más de hora y media, está gente sí que tenía que estar temprano en las llamas, y los admiraba, si a mí cuando me pegaba el instinto culinario de Martha Stewart, las piernas de estar tanto tiempo de pie a las horas me pasaban factura, ellos siempre se veían como frescas y verdes lechugas, sé que tenían sus horas de descanso y no estaban esclavizados a una cocina; pero sin embargo era muchas horas y mucho trabajo.

Y yo estaba viéndoles ir de un lado a otro, en un rincón de la cocina sentada sobre el mesón de mármol para tener mejor visibilidad de todos y sintiéndome la niña del lugar mientras me comía un par de galletas de chocolate que habían horneado aquella mañana, las mejores galletas con chispas que me he comido en toda mi vida, eran como pedacitos de cielo que se deshacían en el paladar. Estaba bastante entretenida tratando de adivinar cada uno de los ingredientes de aquellas galletas que no me había percatado que todos guardaban silencio mientras miraban a la entrada de la cocina, hasta que sentí como uno de ellos que estaba más cercano a mi posición me daba un disimulado golpe en la rodilla y me hacía un gesto con su rostro para que mirara al frente.

-Amelia... aquí estás -aquel tono dulce inundó de punta a punta aquel lugar y yo sentí fallecer.

-Su alteza...-dije enseguida mientras me bajaba de un salto de aquel mesón como si me hubiesen dado una descarga eléctrica, literalmente había salido disparada al piso mientras sacudía las migas de galletas inexistentes de mi pantalón y bajaba las mangas de mi camisa que había subido a mi llegada pues había decido ayudarles a cortar algunas fresas para el postre de hoy.

-Muy buenos días -le vi soltar una pequeña risa, quizás para que todos liberáramos tensiones y darnos a entender a cada uno que todo estaba bajo control- Necesito hablar contigo, antes de nuestra reunión matutina ¿Me acompañas? -hizo un gesto delicado hacia la puerta.

Si señora, enseguida...-asentí mientras miraba al mesón despidiéndome de la mitad de galleta que quedaba abandonada y a la deriva y camine enseguida hasta quedar a un paso frente a la duquesa de Cambridge, la cual se despidió del personal de cocina para luego dar la vuelta y salir del lugar; la seguí manteniendo un espacio de distancia hasta que llegamos a la puerta de mi oficina en la cual se hizo a un lado, inmediatamente abrí la puerta, ella ingresó, yo hice lo propio cerrando la puerta a mis espaldas.

The Assistant -Prince Harry Of Wales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora