Takeru

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Casi una hora antes de salir, ya estaba viendo qué ropa ponerse. Generalmente decidía sobre la marcha, pero aquella vez quería estar presentable para Kari.

Después de desordenar casi por completo su armario, finalmente optó por ponerse una camiseta blanca con detalles en negro y celeste, una chaqueta amarillo mostaza y unos pantalones vaqueros azules junto con unas zapatillas del mismo color. Dudó si colocarse o no uno de sus característicos sombreros, pero la imagen que le devolvía el espejo le convenció de que parecería un ridículo con él, sin importar la forma o el color. Además, Palmon y Biyomon le comentaron desde la pantalla de su computadora que se veía más guapo si no ocultaba su rostro, lo cual provocó un enrojecimiento en las mejillas del rubio, que intentó disimular buscando las llaves.



—Buenos días, Hikari.

La saludó como si la hubiese visto el día anterior. Había decidido fingir que la ausencia de su mejor amiga no le dolía tanto como en realidad lo hacía. Lo que era completamente real, era la sonrisa que se le dibujaba automáticamente en el rostro al ver a la chica. Y aquella no fue la excepción.

Al verla acercarse caminando, deseó que el tiempo se ralentizara, para poder grabar en su retina la imagen de Hikari caminando de manera distraída, con la cabeza y la mirada hacia un lado y con sus pasos llevándola hacia otro: hacia él.

—Buenos días, Takeru —respondió ella con menos energía de lo normal. Él se la quedó mirando. Parecía desanimada, incluso algo triste. Sin embargo, paradójicamente, desprendía una hermosa luz propia que atraía las miradas de las personas, lo cual hacía que Takeru se sintiera un poco celoso, como si él fuera el único que tuviera el derecho de verla brillar así, aunque sabía que no merecía hacerlo.

—¿Te ocurre algo malo? —preguntó inmediatamente, reprimiendo el impulso de abrazarla para que no se rompiera en mil partes. Le preocupaba que Kari estuviera mal, y sobre todo no poder hacer nada para consolarla. O peor: que él fuera la razón por la cual ella estuviera así.

—Sí. Es decir, no es nada importante —. La castaña se tomó el brazo izquierdo con el derecho y bajó la mirada al hablar. Por el contrario, Takaishi hacía lo posible por que sus ojos azules se encontraran con los ámbar, que lo rehusaban. —Yo... quería pedirte disculpas por lo mal que me he portado contigo.

El corazón pareció detenérsele un instante.

—¿Eh? —se sorprendió.

Había temido por un momento que las palabras que fuera a decirle acabaran por destruir su corazón ya agrietado. Sabía que no iba a poder soportar un golpe más, una decepción más, de Kari. Necesitaba tiempo para poder reponerse, y ella para poder acomodar todas las cosas en su lugar. Solo entonces le permitiría hablar de lo que sintiera o no por él. Hasta que llegara ese día, era mejor guardar silencio. Porque había ido a confesársele, ¿no? O al menos esas eran las expectativas que por meses había estado plantando Mimi en él.

La castaña pareció dudar, como si aquella simple expresión hubiera echado por tierra todo lo que había planeado para aquel encuentro.

»¿Disculparte? 

1 de Enero | 2ª edición (#DW2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora