|Lucrecia Montesinos - Imagina|

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—¡Lu, por favor! - corrí detrás de ella.

—¿Qué? - se detuvo frente a su casillero.

—Dejame explicarte. - tomé una de sus manos pero ella la quitó bruscamente.

—No hay porque hacerlo. - volteo a su taquilla para empezar a sacar sus cosas.

—Es que siento que debo hacerlo. - hablé bajito y ella río falsamente mientras me miraba otra vez.

—Lo que hagas o dejes de hacer es problema tuyo y no tienes porque explicarme nada, estoy con Guzmán, no contigo

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—Lo que hagas o dejes de hacer es problema tuyo y no tienes porque explicarme nada, estoy con Guzmán, no contigo. Si quieres ir por ahí follando con Carla, con Polo o con ambos, me tiene sin cuidado. - apretó mi mejilla mientras hacia un puchero.

—Entonces deja de actuar como si te importará. - quite su mano de mi mejilla con delicadeza y su expresión se volvió más seria.

—No me interesa en lo más mínimo. - sonrió sin mostrar los dientes.

—Entonces por qué cuando has entrado a los vestidores y me has pillado con la rubia, ¿Me has abofeteado? - fruncí el entrecejo.

—Tenis mis razones. -se encogió de hombros.

—Anda, pues cuéntame. - me crucé de brazos.

—Son personales, cariño. - la tomé del brazo y la arrastré hasta un salón vacío. - ¿Qué haces? No me toques. - se movió con brusquedad y reí.

—¿No te gusta que te toque? - pregunté con una sonrisa ladeada mientras la acorralada contra la pared.

Lu miraba mis labios y yo los de ella, puse mis manos en su cadera y luego las moví hasta su trasero para poder apretarlo y conseguir que un jadeo se le escapará.

La latina me tomo del cuello y junto nuestros labios en un apasionado beso, sin permiso, su lengua se adentro en mi boca y mis manos aún seguían apretando su trasero.

Sus labios abandonaron los míos para descender por mi cuello, dejo algunas mordidas para luego separarse finalmente.

—Me gusta más cuando tu hermano me toca. - bufé y ella rió.

—Que te follen. - acomodé mi uniforme mientras ella acomodada su vestido.

—Pero claro, a eso iré a tu casa, allá está Guzmán - le saque el dedo medio y ella sonrió falsamente - que linda, por cierto, usa algo de maquillaje. - apunto a mi cuello.

Ella salió del aula y yo cogí mi celular para verme en el reflejo de la pantalla y maldeci cuando note me había dejado unas marcas.

Odiaba admitirlo, pero me había enamorado de Lucrecia.

En ese momento, me llegó un mensaje de Carla:

Te espero en mi casa. ;)

IMAGINAS | Chicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora