|Anastasia Steele - Imagina|

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—Ya llegué, señorita Steele. - anuncie mi presencia en cuanto las puertas del ascensor se abrieron, pero no recibí respuesta.

Había ido a dejarle unos papeles al señor Grey antes de que su jet despegará y se fuera junto a Taylor a un viaje de negocios en otra ciudad y mañana por la tarde regresarían.

Al ser del equipo de seguridad, y guardaespaldas de la señorita Steele, tenía que permanecer la mayor parte del tiempo vigilando a la mujer y honestamente, no era problema.

Grey le había dado el día libre a Gail, así que en el departamento, solo estábamos Ana y yo.

De: Anastasia Steele.
_____, disculpa las molestias, pero necesito de tu ayuda, estoy en la habitación principal.

Guarde el teléfono y subí las escaleras para dirigirme a la pieza, abrí lentamente la puerta y con mirada busque a la ojiazul, pero no  había rastro de ella, así que entre.

—¿Señorita Steele? - pregunté confundida.

—Estoy aquí - escuché su voz proveniente del baño, así que a paso lento, fui hasta ahí.

—¿Que necesita? - pregunté sin abrir la puerta del baño.

—Requiero de tu ayuda, se está cayendo el agua. - suspiré y entre, llevando la sorpresa de que el agua no se estaba cayendo y que la señorita Steele estaba en la tina.

 - suspiré y entre, llevando la sorpresa de que el agua no se estaba cayendo y que la señorita Steele estaba en la tina

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—¿Cu-cual es el verdadero problema? - pregunté cerrando los ojos y la suave risa de Anastasia se hizo notar.

No obtuve respuesta, supuse que había salido de la tina, pues sentí como sus manos empezaban a quitar mi corbata.

—Ana, no. - la aparte un poco por los hombros, aún sin abrir los ojos.

—_____, mírame. - pidió y lentamente puse mi mirada en sus bonitos ojos azules. Tomo mis manos y las llevo a sus pechos mojados, provocando un jadeo en ambas.

—Anastasia, no otra vez. - negué retirando mis manos, pero inevitablemente, recorrí su cuerpo con la vista.

—Creeme que me siento terrible haciéndole esto a Christian, pero es algo que no puedo evitar, me siento extrañamente atraída y cautivada por ambos. - nuestros labios se rozaban u sentía miles de sensaciones recorriendome por por todo el cuerpo.

Anhelaba volver a tener a Ana entre mis brazos como aquella noche, pero no podía hacerle esto al señor Grey, no otra vez.

Mire por última vez a la ojiazul antes de salir corriendo del baño.

IMAGINAS | Chicas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora