Capítulo 11: La cruda realidad

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 Si ven este capítulo con letras raras, es porque no han actualizado la historia. El capítulo ya está editado; si quieren leerlo bien, borren la historia de su biblioteca y después la agregan otra vez ;)



Jay





Por alguna muy inexplicable razón, me sentía nervioso mientras me ponía la camisa. Hoy iría a conocer a la Sra. Foster, la ancianita amiga de Kim. ¿Por qué me sentía nervioso? Bueno, era una respuesta sencilla.

Durante dos años había escuchado hablar constantemente de la Sra. Foster. Kim le contaba a Matt todas las ocurrencias de la ancianita y demás cosas sobre ella. Siempre supe que era una persona muy importante para Kim y un elemento constante en su vida. Al conocerla, quería decir que me estaba mostrando una parte esencial de ella. Una parte que muy pocas personas conocían y ella me estaba dando el honor de hacerlo.

Me abroché la camisa y en ese momento mi celular sonó. Sonreí al ver el número.

—Entonces... ¿había chocolates y osos en tu puerta? —pregunté al contestar. Escuché la risa de Kim al otro lado.

—Nop. Había un enorme arreglo de flores —respondió—. Junto con una tarjeta de disculpa.

Me senté en el sillón, haciendo que este produjera un sonido y suspiré.

—Eso es bueno.

—Sí, supongo. Aunque el arreglo se me hizo muy, muy conocido y luego Matt me admitió que lo había comprado donde trabajo. —Me reí a carcajadas cuando mencionó eso—. Y la tarjeta tenía mala ortografía, pero lo que cuenta es la intención.

Me reí mucho más después de escuchar lo último y Kim se me unió. Estos eran los momentos en los que sentía una extraña conexión con ella.

—Eso es típico en Matt —comenté luego de habernos calmado.

—Así es —dijo—. Después de eso yo le pedí disculpas por todo, pero acordamos en que no mencionaríamos más "aquel" tema.

Suspiré con pesadez.

—Entonces tampoco puedo mencionarlo, ¿no?

—Nop.

Suspiré de nuevo, pero esta vez como un quejido.

—De igual forma, ya sabes lo que pienso sobre...

—Jay, para.

Me mordí la lengua para no soltar lo que tenía en mente. Sabía perfectamente que el tema de su padre era algo muy delicado para ella, así que debía medir mis palabras.

—Está bien, lo siento —murmuré y cambié el tema—. Así que..., ¿para qué llamabas?

Escuché su resoplido.

—¿Es que acaso no puedo llamar a mi prometido? —bromeó—. Ya te extraño, cariño.

Me reí pero no duró mucho. Percibí un extraño retortijón en mi estómago y lo ignoré. Ayer, cuando me quedé dormido junto a Kim, sentí una necesidad tan... diferente. Era como si debiera protegerla, como si ella necesitara de mí. Sé que ella es una persona fuerte en muchos sentidos, pero esta especie de sentido de protección me invadía. Quería y deseaba que ninguna otra lágrima se derramara de aquellos ojos azules y quitar toda tristeza de su mente.

¿Matrimonio falso? |¿MF? #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora