Capítulo 23

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Dean estacionó fuera de un edificio de departamentos que no le darían confianza a nadie, el vecindario era ya también de poca confianza y podría afirmar que al salir y dejar el auto ahí, podrían robarlo sin más. Agradecía no llevar a su nena, no podría dejarla ahí a merced de cualquiera.

Entró al edificio y con mucha desconfianza preguntó por un tal Chuck, pero la señorita en recepción le indicó que no podía dar información de los inquilinos, y eso ya había tocado la moral en Dean.

- No quiero problemas, tengo reunirme con este sujeto y me encantaría que pudieras ayudarme. - De su bolsillo tomó su billetera y le extendió un par de billetes grandes. - Sólo necesito una puerta, querida. - Y tras extender sobre la mesa el soborno, le sonrió coqueto, nunca le había fallado.

- 4C, puerta a la derecha, cuarto piso. - La chica tomó los billetes y tras contarlos un poco los guardó en su propio bolso.

Dean agradeció y le guiñó un ojo, y tras notar que el elevador, como no, estaba fuera de servicio procedió a ir por las escaleras de emergencia. Contó cuatro pisos, y poco antes de llegar al último escalón los sonidos extraños se hicieron a notar, se acercó al 4C y mientras lo hacía dio un rápido vistazo al resto de puertas. Eran cuatro puertas en el pasillo del cuarto piso, la que estaba siguiente de él parecía tener un problema marital, violencia familiar o en todo caso de pareja, esperaba que no hubiera ningún niño dentro; la puerta frente a esa tenía musica un poco alta, y la puerta por fuera tenía varios golpes, incluso podía jurar que olía a marihuana; y finalmente la siguiente puerta, la que estaba justo detrás de él, no había más acción que una pareja teniendo sexo apasionado y salvaje.

Incómodo por el ambiente, se apresuró a tocar la puerta, la única de las cuatro donde parecía que el silencio reinaba, no había nada extraño en su puerta y no podía escuchar nada dentro, eso le generaba más desconfianza. Unos segundos después se escuchó el seguro de la puerta ser removido y frente a la puerta un hombrecillo en bata y pantalones cortos le abrió la puerta. Dean sólo pudo levantar una ceja preocupado de haber sido timado.

- Esto debe ser una puta broma.

- Hola, Dean. - El saludo, que supiera su nombre, eso le llamó la atención.

- ¿Cómo sabes quién soy?

- Nos conocemos, te esperaba. Pasa, por favor. - El hombrecillo en bata se movió de la puerta y lo dejó pasar.

Dentro el lugar no era la gran cosa, pero había una cosa que le llamaba mucho la atención y era una computadora conectada a un aparato un poco grande en donde parpadeaban muchas luces. Se notaba que era tecnología de punta y muy compleja, pues el simple diseño daba mucho que pensar. Se acercó con cautela, curioso de lo que podría ser, aunque se detuvo de golpe cuando las luces comenzaron a parpadear con brusquedad.

- ¿Qué coño...?

- ¿Te gusta? Es el primer dispositivo capaz de mantener intacto la consciencia humana.

- ¿Qué h pasado?

- Un... Pulso electromagnético, producto de una emoción fuerte. - La respuesta le pareció una vacilada, así que siguió.

- ¿Qué hace usted aquí? - Con algo como eso... En un lugar como ese... ¿Qué intentaba ocultar ese hombre?

- Estoy bastante seguro de qué no tienes ni idea de lo que está realmente sucediendo, ¿No es así? - No esperó una respuesta y continuó hablando con nerviosismo en su voz, que para quién lo conociera sabría que es algo normal. - Soy un escritor y ayudé a Castiel y Gabriel a crear su empresa desde cero. Pero cuando se unieron con esos otros científicos locos, me retiré, no quería saber nada. Así que sólo me concentré en mis libros, fue de esa manera por años. Hasta que Gabriel venía a mí con preocupación sobre Castiel, en como había cambiado de opinión por alguien. Pues Castiel era de los más interesados en los robots conscientes, son sus diseños y cálculos.

More Than A Machine | Destiel | AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora