Capítulo 25

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El piloto se despertó y se estiró en el sillón quedando con los pies afuera del apoya brazo, bostezó y se sentó para ponerse el pantalón

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El piloto se despertó y se estiró en el sillón quedando con los pies afuera del apoya brazo, bostezó y se sentó para ponerse el pantalón.

―Buen día, ¿café? ―preguntó y él la miró asintiendo con la cabeza.

Se lo dejó sobre la mesa de salón y volvió a la cocina, él la observó a la distancia.

―Buenos días y gracias.

―Vas a tener que viajar a Estados Unidos.

Él se sorprendió y no le respondió. Sabía que aún continuaba enojada y a pesar de todo, le había entregado una taza de café para desayunar.

―Me iré ―dijo calzándose y poniéndose la camiseta.

―Antes te darás una ducha y te lavas los dientes, el alcohol de anoche te dejó todo apestado y ni hablar de la boca ―expresó gesticulando con la mano abanicándose de manera fingida―. Tienes un aliento a perro podrido que da asco ―hizo un mohín de asquerosidad―. Ve al baño y luego te daré una toalla y el cepillo de dientes.

―¿Por qué no te duchas conmigo? ―le preguntó de manera sugestiva sin darle importancia a lo último que ella le dijo.

―Cuando el machito este solo en su departamento, puede llamar a su exnoviecita para que se duche como quiera con ella ―contestó con sequedad.

―¿Crees que soy tan idiota en volver a caer en lo mismo? ¿Acaso piensas que soy un hombre que caería de nuevo en el mismo error? ―cuestionó con énfasis y algo molesto por la actitud que estaba tomando ella―. No cariño, con esa mujer no volvería jamás, ni si fuera la única mujer en el mundo ―acotó sin vueltas―. Por eso mismo es que anoche te pedí de rodillas perdón aunque tú no me lo aceptarás, estaba muy ebrio pero me acuerdo de las cosas que te dije y me dijiste también ―confesó con seriedad y se dio vuelta para encaminarse al baño sin esperar que ella le respondiera algo.

Mientras él estaba ya dentro del sanitario que se encontraba dentro del cuarto de Fiorella, la joven fue al dormitorio a buscar dentro del cajón de la mesa de noche, el cepillo de dientes nuevo y una toalla de ella dentro del clóset. Apenas los tuvo consigo, golpeó la puerta del baño y abriéndola un poco, le pasó la toalla y luego el cepillo de dientes. Ella armó la cama y preparó todo para el retrato que le habían encargado, se sentó y pocos minutos después comenzó a dibujar. Cassiragghi salió un rato más tarde con la misma ropa.

―Antes de irte, deja el juego de llaves que te di una vez sobre la mesada ―respondió girándose para mirarlo y se levantó de la silla para acercarse de nuevo al cajón―, acá tienes tu juego de llaves que me diste antes.

Abrió la mano del hombre y le depositó el juego.

―¿No has creído nada de lo que te dije anoche y hace un rato atrás? ―preguntó bajando las cejas con tristeza.

―Me parece que no soy lo que esperas y tenemos vidas completamente diferentes, lo siento pero lo prefiero así ―manifestó con un dejo de tristeza en cada palabra que le emitía.

Noches de Tormenta ©Where stories live. Discover now